lunes, 13 de enero de 2014

La oligarquía política

Así se fundo la oligarquía de los partidos políticos

1º (1923-1930) Alfonso XIII se apoya en la dictadura de Miguel Primo de Rivera. En 1930, obligado por la presión de militares y civiles, el dictador presenta su dimisión al rey, que la acepta. Fracasados los gobiernos de Dámaso Berenguer y de Juan Bautista Aznar-Cabañas, la decadencia y la crisis de poder político se tornan gravísimas, lo que conlleva la abdicación y huida del monarca tras la celebración de unas elecciones locales en las que el republicanismo resulta triunfador (1931).

2º (1931-1936) Los conservadores y viejos monárquicos fundan una república de partidos, sin separación de poderes y sin representación ciudadana, por lo que el proyecto, corrompido desde un principio, culmina con la radicalización y el fracaso absoluto, mas no por su forma de Estado republicana, sino por su forma de gobierno partidocrática.

3º (1936- 1939) España queda sumida en una guerra civil.

4º (1939) Franco gana esa guerra e instaura una nueva dictadura que lo mantiene casi cuarenta años en el poder.

5º Franco prepara su sucesión y se reune con Don Juan, hijo de Alfonso XIII.

6º (1967-1974) Mientras los españoles permanecían sumisos, había quienes luchaban en el extranjero por la libertad, arriesgando también sus vidas en España, ya que no se habían exiliado como otros.

7º (1969) Juan Carlos traiciona a su padre, Don Juan, y pacta con Franco la sucesión.

8º (1974) Trevijano organiza en París los encuentros de Don Juan de Borbón con los grupos republicanos y Ruedo Ibérico, donde manifesta su rechazo al nombramiento de Juan Carlos como sucesor. Ese mismo año organiza y coordina la Junta Democrática de España, para la que redacta todos sus manifiestos y funda un centenar de Juntas locales y sectoriales por toda España. Ofrece el discurso de presentación de la Junta al Parlamento Europeo en Estrasburgo.

9º (1975) Juan Carlos asume la jefatura del Estado como sucesor del dictador a título de Rey.

10º (1976) Trevijano dirige la acción de la oposición a través de la  Junta Democrática para conseguir la ruptura democrática. Ese mismo año consigue la adhesión de todos los partidos hasta entonces en la clandestinidad, fundando la Platajunta.

11º (1976) El PSOE de Felipe González y el PCE de Santiago Carrillo conspiran con los franquistas, difaman a Trevijano y traicionan a la Platajunta, impidiendo con ello cualquier posibilidad de ruptura democrática.

12º Kissinger apoya al PSOE y derroca a Trevijano porque lo vincula falsamente con la ideología marxista; toda una trama orquestada por los traidores a la libertad que luego serían llamados “padres de la democracia”.

13º (1976) Manuel Fraga, de acuerdo con Felipe González, encierra a Trevijano en la cárcel durante cuatro meses, anulando la oposición ante los pactistas del Estado. Durante ese tiempo, aprovechan para bloquear definitivamente la apertura de un periodo de libertad constituyente y promulgan la Ley para la reforma política, sometida a plebiscito (pregunta sobre el sí o el no a algo ya decidido).

14º (1977-1978) Socialistas y franquistas pactan con los nacionalistas el llamado consenso político. Se niega a los españoles la apertura de un periodo de libertad constituyente y se redacta una constitución en secreto. A los españoles sólo se les deja decir sí o no al proyecto impuesto. Como no hay alternativa y los españoles vienen de sufrir una dictadura, sumada a unos horribles años de terrorismo, gana el sí. ASÍ SE FUNDÓ LA CORRUPTA OLIGARQUÍA DE PARTIDOS

Prometeo


De Prometeo a Frankestein
Aunque Internet pueda ser utilizada por las fuerzas del mal...esa constatación no anula la realidad de que la propia naturaleza de Internet favorece su uso emancipador y la resistencia al poder.

La actitud hacia la tecnología en la cultura occidental ha oscilado entre dos mitos: el de Prometeo y el de Frankenstein. Entre el mito de Prometeo que robara el fuego a los dioses para entregarlo a los seres humanos y el mito de Frankenstein cuya criatura escapa a su control.

Tradicionalmente, la izquierda y las fuerzas de progreso han conectado con el mito de Prometeo, contemplando la tecnología como un instrumento emancipador, mientras que las fuerzas reaccionarias conectaban con el mito de Frankenstein, previniendo del uso de la tecnología con las leyes "naturales" o divinas.

De alguna manera, la explosión de las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki subvertió esa relación, advirtiendo de la existencia de tecnologías perversas que podían no emancipar a la humanidad, sino destruirla. Y aunque se quisiera distinguir entre el carácter presuntamente "neutro" de las tecnologías y la responsabilidad humana sobre su buen o mal uso, era difícil eludir la consideración de determinadas tecnologías como intrínsecamente malignas. Si las armas nucleares abrían la marcha, otras seguirían su camino, como determinados cultivos transgénicos que aparecían como potencialmente insalubres o, en el caso de la tecnología "Terminator", abortaban su reproducción obligando a los campesinos a su recompra, convirtiéndose así en un instrumento directo de dominación de la multinacional Monsanto que la producía.

En este contexto, Internet aparece inicialmente como una tecnología "buena", potenciando una red descentralizada resistente a los poderes y reacia al mercantilismo. Una red que sería ampliamente usada por movimientos emancipatorios para organizarse y comunicarse, siguiendo el camino de los zapatistas y del movimiento antiglobalización.

Pero, naturalmente, no podían faltar "aguafiestas" que denunciaran el uso de Internet como instrumento del poder y de degradación de la cultura. El libro "La comunicación jibarizada" de Pascual Serrano se sitúa en buena parte en esa corriente, aunque no renuncia al uso emancipatorio de Internet que su autor ha venido practicando a través de la revista "Rebelión".

Ahora bien, del mismo modo que la tesis de la "neutralidad" de la tecnología debía cuestionarse en el caso de tecnologías "malignas", también debe cuestionarse en el caso "benéfico" de Internet. Pues aunque Internet pueda ser utilizada por las fuerzas del mal, y las denuncias de Edward Snowden han abundado en ello, esa constatación no anula la realidad de que la propia naturaleza de Internet favorece su uso emancipador y la resistencia al poder. Aunque, naturalmente, ello no nos autoriza a relajarnos: las potencialidades emancipadoras de Internet sólo pueden realizarse a través de un intenso trabajo y de la lucha contra los intentos de pervertirlas.

El debate está servido.