martes, 15 de enero de 2013

No hay marcha atrás

La marcha atrás  es imposible 
“La Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación”. Me da una enorme grima recordar el artículo 2º de la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 17 de mayo de 1958, pero aún me la da mayor el comprobar que por la vía de los hechos, las  actitudes y los comportamientos de la clase dirigente actual caminamos a pasos agigantados hacia su recuperación.

José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte, elimina de un plumazo la asignatura de Educación para la Ciudadanía a cambio de otorgar una preeminencia perdida a la de Religión, Fatima Báñez, ministra de Empleo y Seguridad Social, confía la salida de la crisis que padecemos a la Virgen del Rocío y, más recientemente, Alberto Fabra, presidente de la Comunidad Valenciana, rizando el rizo del esperpento, elabora un nuevo decreto de admisión de alumnos en el que considera al embrión como un hermano ya nacido en el baremo para las matriculaciones escolares. Esta última medida no se le hubiese ocurrido ni al mismísimo dictador, aunque quizás solo fuese atribuible a su escasa imaginación que, sin embargo, demuestran día a día sus herederos intelectuales.

El artículo 30 de nuestro Código Civil establece que “la personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero desprendimiento del seno materno”. Pero estas son meras zarandajas leguleyas cuando se trata de dar supremacía a una determinada concepción ideológica sobre cualquier otra consideración por mucho que esté fundamentada en la normativa vigente.

Pero una duda de carácter técnico deberá ser despejada para tramitar debidamente la asignación de plazas en los centros escolares valencianos. ¿Cómo se documentará la existencia del singular miembro de la unidad familiar? ¿Con una ecografía del feto debidamente certificada por el ginecólogo o para no crear agravios comparativos con otras mujeres que estén en un estado muy incipiente de gestación -recuérdese que para la Iglesia Católica se es persona desde el mismo momento de la concepción- valdrá el resultado positivo en la prueba del “predictor” realizada ante notario?.

Como se siga por este camino llegará el momento en que se tendrá en cuenta para la baremación de méritos el que los padres estén casados como dios manda y mantengan relaciones sexuales abiertas a la procreación en detrimento de aquellos otros que, habiendo unido su relación civilmente, disfruten de su sexualidad por puro hedonismo y poniendo trabas a la concepción. Aunque, pensándolo bien, quizás esta posibilidad no sea viable por la dificultad de acreditar el mérito ya que el fedatario público que tuviese que certificarlo sería considerado un degenerado mirón. Pero todo se andará, confiemos en la patológica imaginación de nuestros actuales mandatarios.

jueves, 10 de enero de 2013

La impunidad


La impunidad

Los hechos probados: varios dirigentes de Unió Democrática de Catalunya robaron de los fondos europeos para financiar ilegalmente el partido. Fueron varios cientos de miles de euros de una partida para formación de desempleados catalanes. Por ser aún más claros: Unió robó el dinero a los parados. El caso se ha pasado 14 años enredado en los juzgados y, tras esta eternidad, ninguno de los acusados, hoy confesos, han acabado convictos: todos ellos se librarán de la cárcel porque las condenas son inferiores a los dos años. Unió devuelve el dinero y aquí paz y después gloria. Y el que diga lo contrario es un enemigo de la patria catalana.

Por supuesto, el que entonces ya era presidente del partido que robó a los parados sigue ahí, como si nada. Duran i Lleida no pide perdón ni se da por aludido ni mucho menos renuncia al cargo. Ni siquiera ha dicho nada desde que se supo que Unió admitía el delito y devolvía la pasta. La cosa no va con él, a pesar de que en su momento aseguró que dimitiría si se probaba la financiación ilegal de su partido,  que esto era una "campaña política para desacreditarlo". ¿Somos todos esclavos de nuestras palabras o esto no cuenta para los que duermen a diario en el Hotel Palace?

Pero que Duran siga de portavoz de CiU en el Congreso como si nada, dando lecciones de ética a los jornaleros andaluces, no es lo único escandaloso de este caso. Tan preocupante es la generosidad de la fiscalía al ofrecer esta dignísima salida a los corruptos, un pacto que evita a Unió consecuencias aún más graves. Entre bomberos no se pisan la manguera y, además, la U de CiU es el interlocutor del Gobierno ante la Generalitat; tal vez esto también explique esos indultos a otros corruptos del partido de Duran i Lleida hace no tanto.

El mensaje para los ciudadanos es, una vez más, insultante: otra gota más en un vaso cada día más cerca de ser colmado. La corrupción política queda de nuevo impune: es un juego de la oca donde los corruptos pueden acabar con una sentencia suave, con un pacto favorable, con el delito prescrito, con un defecto de forma o con un indulto. ¿Condenado y en la cárcel? Rara vez. Esto es España.


Cartografía de los gritos y el silencio

Las reacciones de los grandes partidos políticos ante el escandaló en Unió dan para un mapa: el de algunas alianzas del poder. A través de ellas, es sencillo seguir algunos pactos, algunas complicidades y algunas hipocresías también.

Desde el Partido Popular, para empezar, se juega a todo a la vez: mientras el PP catalán pide la cabeza del presidente de Unió, el Gobierno de Rajoy calla, que por algo Duran i Lleida es un gran interlocutor y una cuña frente al soberanismo de Artur Mas. De poli malo solo ataca a las claras De Cospedal.

El PSOE, mientras tanto, guarda una extremada cautela ante este escándalo; es una prudencia institucional que alguien debería explicar. Su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, dice "comprender" la indignación por lo de Unió, pero prefiere hablar del sueldo de María Dolores De Cospedal

Y como guinda, la funcionaria con más tiempo libre de toda España, Esperanza Aguirre, pide también la dimision de Duran al demostrarse la financiación ilegal de su partido. Tiene gracia que esto lo diga la política cuyas campañas electorales patrocinó en 2003 Gerardo Díaz Ferrán con generosos "donativos" a Fundescam.

miércoles, 9 de enero de 2013

El desprecio de la politica

El desprecio de la política actual

Cada día uno o varios atropellos más, cada día uno o varios despropósitos verbales más. Con risa sin contener, nos cuentan que aprueban “los presupuestos más sociales de la democracia” y lo peor es que en efecto dan vía libre a unas cuentas pero son las más antisociales jamás conocidas. Al menos, desde que esto lo deciden las mayorías electas de Las Cortes. No nos engañemos –si alguno aún lo hace-: en el Parlamento no hay debate, hay exposición de argumentos propios, rodillos de mayorías y protestas de la oposición. Y, mientras, el rosario de graves ofensas de los políticos a la inteligencia de los ciudadanos deja tan atónito que cuesta elegir qué o quién la agrede más.

Como un ejemplo entre cientos ya, los presupuestos. Para saber cuánto merma la inversión en la sociedad (ya está bien de llamarlo malintencionadamente “gasto”) a cambio de sus impuestos, no hay sino mirar las diferentes partidas. Se da un tajo serio a servicios esenciales como sanidad, educación o empleo, a la ciencia, a la cultura, al progreso. Y éste se añade al ya practicado en los de 2012. Cierto que el PP dispone de una chistera estupenda para sacarse nuevos baremos de cálculo -lo ha hecho también en el cómputo del IVA-, pero las habas son las que son. Al Gobierno le gustan las cifras limpitas, maquilladas y presentables, el plato ofrece, sin embargo, la realidad del montante total y cómo se reparte.

Los medios nos cuentan lo que han dicho fulano, mengana y zutano. Acuden a los representantes de los partidos en la oposición que, mire Vd. qué raro, contradicen absolutamente al Gobierno. Solo que tienen razón: los presupuestos van contra la sociedad y son irreales con lo que seremos nosotros quienes paguemos en sangre y en hambre (de todo tipo) el presunto error. El ciudadano esta vez no tiene ni que elegir al político que más “le gusta” –de hecho, apenas le gusta ninguno-, experimenta en su vida los efectos de la afilada tijera. Y se entera.

Los ciudadanos empiezan a saber mucho más de lo que creemos, mucho más que hasta hace bien poco, lo que les afecta. El desprestigio de lo se ha venido en llamar “la clase política” alcanza cotas jamás imaginadas. Con el peligro que tal circunstancia entraña para la democracia. Y los afectados, nuestros representantes, parecen vivir en el Olimpo. ¿Es así realmente? En parte sí, en parte no.

Es injusto meter en el mismo saco a todos los partidos. De esta forma, el PP ha logrado que ahora se culpe “a los políticos” de la situación, cuando antes las responsabilidades eran solo del Gobierno de turno. Eso, al parecer, todavía no lo disciernen los ciudadanos. Pero lo cierto es que no salimos del bucle. Seiscientos mil gallegos y pico han “avalado” las políticas de Rajoy para toda España, o eso dicen los populares. Ha bajado el porcentaje de apoyos, pero ahí está el resultado. Del mismo modo, muchos más ciudadanos en otras comunidades, en el gobierno central y en el Parlamento europeo dieron sus votos al PP en anteriores confrontaciones electorales. El agravante ahora es que los gallegos habían experimentado durante cerca de un año los recortes y renovar la confianza en el gobierno que los practica es un caso inédito en el mundo.

Una y otra vez, buscan salida en “el otro”. Y ahí tenemos al PSOE como un caracol que cargara una cáscara-hogar de cemento que le impide moverse, como no sea dando vueltas sobre sí mismo. Son mucho más activos los partidos con representación minoritaria aunque también padecen de un cierto paquidermismo, cuando no de populista oportunismo. Seguimos en el bucle: la política es la solución, pero la política no funciona. No funcionan los políticos, en realidad.

La evidencia nos muestra –y ése es el grave problema- que los políticos no necesitan el consenso social, no nos necesitan. Clamó el 95% de la población contra la invasión ilegal de Irak y José María Aznar no movió un músculo. Salió media España a la calle en el 15M pidiendo más participación, y apenas hubo cambios en el PSOE. Más aún, ganó el PP las generales. Podemos desgañitarnos contra las políticas antisociales, ineficaces y conducentes a un caos en barrena –cuyo fin ni se vislumbra- que se nos aplican y solo nos ofrecen el diálogo de las porras, las multas y la cárcel. Si un 10% de los votantes se inclina por un partido para que gobierne y prácticamente el resto se abstiene, tiene más valor en la práctica que la crítica del otro 90% si se diera. La ley electoral, el sistema, está así organizado. 

Por eso, solo necesitan hablar para su grupo de incondicionales, conocerles y saber que “entenderán sus medidas” y que, en efecto, creerán que éstos son “los presupuestos más sociales de la democracia” o cualquier otra boutade, que sufrirán en silencio “como dios manda” lo que les echen, porque así “saldremos de la crisis”, que ni siquiera les vinculan las promesas del programa electoral. Como las estrellas del arte, actúan para su público y solo necesitan unos pocos votos más que su principal oponente. La degradación que ellos mismos han hecho de la política, la ínfima calidad de buena parte de sus representes, propician esta situación.

¿Y quién rompe ese bucle? Nosotros, no contamos con mucho más. Seguimos en la eterna dificultad de concluir en reflexiones y hechos los impactos que padecemos. Es descorazonador ver cómo las diarias listas de agravios se meten en el saco de la estupefacción sin más. Es como si nos hubiera caído encima una enfermedad incurable o un pariente desequilibrado que nos agrede y hay que sobrellevar con resignación. Venga, otra tropelía más. Se nos caen los ojos de las órbitas, los recogemos, y a esperar a la siguiente. Los atropellos que traen las noticias, las insistentes estupideces con las que nos bombardean, son reales y tienen consecuencias. Su sitio no es la pared de los desafueros para llorar un poco al mirarla. Están destrozando nuestras vidas. 

Se trata, en primer lugar, de reconducir el proceso del razonamiento. Informarse, relacionar datos, reflexionar sobre ellos, sacar conclusiones y actuar. Sin esa elemental herramienta -ahora tan infrautilizada- somos mucho más vulnerables. De inducir que otros se decidan también a usar su cabeza. De añadir a la tarea a los políticos decentes y lúcidos que apuesten por operar el cambio drástico que se precisa. Y, luego, exigir responsabilidades, buscar argumentos legales, sumar apoyos y romper de una vez este nefasto círculo enfermo –anquilosado, endogámico, incapaz, inepto, alejado de la realidad y de la gente- que está dañando la democracia. Este ordenamiento sociopolítico está colapsando, apelemos a la razón, a la lógica, para buscar salidas antes de que se desaten otras más indeseables aún. Nadie se queja de la política -todo lo contrario, se la ve como tabla de salvación-, se queja de esta política.

domingo, 6 de enero de 2013

La justicia según los griegos

Sócrates y Trasímaco.
     
En el libro I de La República de Platón (427- 347 a C.) aparece un diálogo entre Sócrates y Trasímaco, orador y maestro de retórica. En el texto, Trasímaco mantiene que la Justicia es el medio del que se vale el que manda para obtener provecho del que obedece; la justicia no es otra cosa que lo más conveniente para el más fuerte, el cual consigue que los dominados asuman como propios los valores y propuestas del dominador; es decir el poderoso hace pasar por contenido ético de Estado sus propios intereses. Sócrates, sin mostrar desacuerdo con esas afirmaciones, matiza que, en ocasiones, la voluntad del más fuerte transformada en Derecho es de imposible cumplimiento por el autor y beneficiario de la situación.

He aquí dos posiciones que mutatis mutandi están presentes en la España de nuestros días, la una como hecho evidente y diario y la otra como guía para la acción por parte de la izquierda o por parte de quienes quieran cambiar este estado de cosas.

Cuando la calle y muchas organizaciones políticas y sociales que se sitúan en el campo de la izquierda asumen conceptos como el mercado, la competitividad o el crecimiento sostenido como únicas vías para producir empleo y alcanzar un estado de satisfacción de las necesidades básica no hace otra cosa que hacer buenas las palabras de Trasímaco. Es muy corriente escuchar en la calle o en tertulias de variada condición que la responsabilidad de lo que está pasando está originada porque “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Tampoco es extraño leer en pretendidas sesudas editoriales que el Estado de Bienestar es imposible de mantener debido a sus altos cos- tes. No falta quien declara de manera altisonante que la prestación de los servicios públicos es más eficiente cuando lo hace la iniciativa privada. Y ni me estoy refiriendo a palabras pronunciadas por políticos o intelectuales orgánicos del sistema sino por ciudadanos corrientes y molientes que abducidos por el discurso oficial defienden directa o indirectamente la sumisión o cuando mucho entran en la descalificación de los políticos como autores únicos de los desaguisados y desarreglos.

Cuando el ministro Wert confiesa paladinamente que la religión en la escuela es una opción política o cuando afirma categóricamente que no pretendo que la educación sea un mundo al margen de la ideología no sólo está desmontando el discurso tramposo del fín de las ideologías tan usado por la derecha sino que señala a cierta izquierda progresista algo que ésta ya había olvidado. La ideología es el conjunto de valores e ideas que vertebran una conducta social; es in separable de la acción y de la vida cotidiana y por ende de la Política.

La conclusión es clara debemos retomar los valores, los principios, los hábitos, las grandes palabras y los grandes conceptos ligados a nuestros proyectos y en consecuencia hablar sin miedo del reparto del trabajo y de la riqueza, del vivir de otro modo para que todos podamos vivir, de la honestidad personal como base irrenunciable de la honestidad política, de la abolición de la obsolescencia programada, de la obligatoriedad militante de realizarse culturalmente, de la curiosidad por saber y conocer y de la laicidad en todos los ámbitos de la vida, y no me refiero solamente a la laicidad como contraposición a lo religioso. Quiero decir sin ambages ni circunloquios que el reforzamiento ideológico-cultural en nuestras filas es, en todas las épocas pero en esta especialmente, es la base sin la cual no hay militancia ni capacidad de movilización. La movilización es algo más que la algarada.

El combate de cada día contra la derecha y los que piensan y actúan en derecha, no puede ser siempre frontal ni enrocado en consignas más ruidosas que sugerentes para la gran masa. Cuando Sócrates plantea que a veces el poder no puede cumplir su propia legalidad pareciera que está hablando de los gobiernos habidos en España y especialmente el actual. Con la Constitución actual en la mano, por no decir con la Declaración de DDHH, el Gobierno está fuera de la Ley. Esa es una circunstancia que debemos aprovechar con inteligencia, rotundidad y con más frecuencia. Situar al adversario fuera de la ley que dice representar y defender, es buscar la deslegitimación y descalificación del mismo ante esa opinión pública, e incluso publicada. Reparen los lectores en el reduccionismo que se está haciendo con la Declaración antes citada; léanla y observarán como a partir del artículo 21 desaparecen todas las referencia en discursos, editoriales y tertulias.

Si conseguimos que ante la mayoría social (la que nos interesa) quede demostrada la falta de legalidad y legitimidad del Gobierno y los poderes a los que sirve habremos empezado a socavar el andamiaje tramposo al que se refería Sócrates.

jueves, 3 de enero de 2013

Ejemplo a seguir

A fin de iniciar el año con alguna nueva estimulante acerca de la condición humana, me quedo con una referencia al presidente de Uruguay, José Mújica, de quien hace algo más de un mes leí una interesante información publicada en la BBC bajo el titular Cómo vive José Mújica, el presidente más pobre del mundo. El reportaje del prestigioso canal británico se iniciaba en una zona rural de Montevideo, donde sigue residiendo el primer mandatario de aquel país, ajeno a las ínfulas y prebendas de su cargo. Contaba el periodista que la primera panorámica de la casa permitía distinguir la ropa de Mújica y de su esposa, Lucía Topalansky, tendida al aire de la mañana de la primavera austral. El presidente estaba sentado a la sombra, a la entrada del portalón, vestido con un pantalón de algodón, polo y chaqueta deportiva. Le acompañaba Manuela, una pequeña perra con la pata amputada:

“No tengo religión, pero soy casi panteísta: admiro la naturaleza”, dice durante una larga conversación exclusiva con BBC Mundo. “La admiro casi como quien admira la magia”. Suena un teléfono y Mujica saca del bolsillo un viejo celular plegable, atado con una banda elástica. La banda se rompe, pero el presidente le hace un nudo mientras habla. Y vuelve a colocarla alrededor de su móvil. “No me disfrazo de presidente y sigo siendo como era”, comenta. Su imagen no encaja necesariamente con la de un jefe de Estado del siglo XXI. No usa Twitter ni correo electrónico y en su tiempo libre se dedica a cultivar flores y hortalizas. Dona casi 90% de su sueldo para caridad y según su última declaración de bienes tiene con Topolansky un patrimonio de unos 200.000 dólares: la chacra [granja], dos viejos autos Volkswagen “escarabajo” y tres tractores.Es un estilo de vida que no ha pasado desapercibido en la prensa internacional y las redes sociales, que lo han llamado el “presidente más pobre del mundo”.

Si hago esta referencia es porque, a raíz de la grave enfermedad que afecta al presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, operado hace casi un mes en la Habana, no han dejado de desatarse los rumores más adversos acerca de su posible recuperación, entre los que se llegó a especular con la posibilidad y hasta la certidumbre de su muerte. Esta burda, interesada e indigna campaña mediática -fomentada por sus adversarios políticos-, como la que acompañó a la recuperación de Fidel Castro hace seis años y dio por fallecido repetidas veces al líder de la revolución cubana, contrasta con las palabras que José Mújica ha dispensado recientemente a su colega venezolano.

Pepe, como los uruguayos llaman a su presidente, tras reconocer el papel que Chávez está desempeñando en la región, ha sido muy breve y sumamente explícito: “Yo todavía no he podido creer en Dios, pero si tan importante señor existe, espero que le dé una mano a los pobres de América Latina defendiendo la salud del Comandante”.