martes, 19 de agosto de 2014

El holocausto palestino de Gaza por Israel


Holocausto palestino en Gaza
Artículo de Fidel Castro publicado en el diario cubano Granma con motivo del genocidio palestino a manos de Israel


  
Publicado en Granma el 4 de agosto de 2014
De nuevo ruego a Granma no emplear espacio de primera plana para estas lí­neas, relativamente breves, sobre el genocidio que se está cometiendo con los palestinos.

Las escribo con rapidez solo para dejar constancia de lo que se requiere meditar profundamente.

Pienso que una nueva y repugnante forma de fascismo está surgiendo con notable fuerza en este momento de la historia humana, en el que más de siete mil millones de habitantes se esfuerzan por la propia supervivencia.

Ninguna de estas circunstancias tiene que ver con la creación del imperio romano hace alrededor de 2400 años o con el imperio norteamericano que en esta región del mundo, hace apenas 200 años, fue descrito por Simón Bolívar cuando exclamó que: “… Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la Libertad”.

Inglaterra fue la primera real potencia colonial que utilizó sus dominios sobre gran parte de África, Medio Oriente, Asia, Australia, Norteamérica, y muchas de las islas antillanas, en la primera mitad del siglo XX.

No hablaré en esta ocasión de las guerras y los crímenes cometidos por el imperio de Estados Unidos a lo largo de más de cien años, sino solo dejar constancia que quiso hacer con Cuba, lo que ha hecho con otros muchos países en el mundo y solo sirvió para probar que “una idea justa desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”.

La historia es mucho más complicada que todo lo dicho, pero es así, a grandes rasgos, como la conocieron los habitantes de Palestina y es lógico igualmente que en los medios modernos de comunicación se reflejen las noticias que diariamente llegan, así ha ocurrido con la bochornosa y criminal guerra de la Franja de Gaza, un pedazo de tierra donde vive la población de lo que ha quedado de Palestina independiente, hasta hace apenas medio siglo.

La agencia francesa AFP informó el 2 de agosto: “La guerra entre el movimiento islamista palestino Hamas e Israel ha causado la muerte de cerca de 1.800 palestinos […] la destrucción de miles de viviendas y la ruina de una economía ya de por sí debilitada”, aunque no señale, desde luego, quien inicio la terrible guerra.

Después añade: 

“… el sábado a me­diodía la ofensiva israelí había matado a 1.712 palestinos y herido a 8.900. Na­ciones Unidas pudo verificar la identidad de 1.117 muertos, en su mayoría civiles […] UNICEF contabilizó al menos 296 menores muertos”.


“Naciones Unidas estimó […] (unas 58.900 personas) sin casa en la Franja de Gaza”.

“Diez de los 32 hospitales cerraron y otros once resultaron afectados”.

“Este enclave palestino de 362 Km² no dispone tampoco de las infraestructuras necesarias para los 1,8 millones de habitantes, sobre todo en términos de distribución de electricidad y de agua."

“Según el FMI, la tasa de desempleo sobrepasa el 40% en la Franja de Gaza, territorio sometido desde 2006 a un bloqueo israelí. En 2000, el desempleo afectaba al 20% y a un 30% en 2011. Más del 70% de la población depende de la ayuda humanitaria en tiempos normales, según Gisha”.


El gobierno de Israel declara una tregua humanitaria en Gaza a las 07:00 GMT de este lunes, sin embargo, a las pocas horas rompió la tregua al atacar una casa en la que 30 personas en su mayoría, mujeres y niños, fueron heridos y entre ellos una niña de ocho años que murió.

En la madrugada de ese mismo día, 10 palestinos murieron como consecuencia de los ataques israelitas en toda la Franja y ya ascendió a casi 2000 el número de palestinos asesinados.

A tal punto llegó la matanza, que “el ministro de Asuntos Exteriores de Fran­cia, Laurent Fabius, ha anunciado este lunes que el derecho de Israel a la seguridad no justifica la ‘masacre de civiles’ que está perpetrando”.

El genocidio de los nazis contra los judíos cosechó el odio de todos los pueblos de la tierra. ¿Por qué cree el gobierno de ese país que el mundo será insensible a este macabro genocidio que hoy se está cometiendo contra el pueblo palestino? ¿Acaso se espera que ignore cuánto hay de complicidad por parte del imperio norteamericano en esta desvergonzada masacre?

La especie humana vive una etapa sin precedente en la historia. Un choque de aviones militares o naves de guerras que se vigilan estrechamente u otros hechos similares, pueden desatar una contienda con el empleo de las sofisticadas armas modernas que se convertiría en la última aventura del conocido Homo sapiens.

Hay hechos que reflejan la incapacidad casi total de Estados Unidos para enfrentar los problemas actuales del mundo. Puede afirmarse que no hay gobierno en ese país, ni el Senado, ni el Congreso, la CIA o el Pentágono quienes determinarán el desenlace final. Es triste realmente que ello ocurra cuando los peligros son mayores, pero también las posibilidades de seguir adelante.

Cuando la Gran Guerra Patria los ciudadanos rusos defendieron su país como espartanos; subestimarlos fue el peor error de los Estados Unidos y Europa. Sus aliados más cercanos, los chinos, que como los rusos obtuvieron su victoria a partir de los mismos principios, constituyen hoy la fuerza económica más dinámica de la tierra. Los países quieren yuanes y no dólares para adquirir bienes y tecnologías e incrementar su comercio.

Nuevas e imprescindibles fuerzas han surgido. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, cuyos vínculos con América Latina, la mayoría de los países del Caribe y África, que luchan por el desarrollo, constituyen la fuerza que en nuestra época están dispuestos a colaborar con el resto de los países del mundo sin excluir a Estados Unidos, Europa, Japón.

Culpar a la Federación Rusa de la destrucción en pleno vuelo del avión de Malasia es de un simplismo anonadante. Ni Vladímir Putin, ni Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, ni los demás dirigentes de ese Gobierno harían jamás semejante disparate.

Veintiséis millones de rusos murieron en la defensa de la Patria contra el nazismo. Los combatientes chinos, hombres y mujeres, hijos de un pueblo de milenaria cultura, son personas de inteligencia privilegiada y espíritu de lucha invencible, y Xi Jinping es uno de los líderes revolucionarios más firme y capaz que he conocido en mi vida.

La “política como dios manda" de Rajoy

Los golpistas del  PP

Desde que Mariano Rajoy asumió como presidente de gobierno la sociedad española dio un drástico giro a la derecha a través de medidas económicas que -en principio- una buena parte de los ciudadanos aplaudió, mientras que otros repudiamos enérgicamente. Hoy, a casi tres años de aquella gesta que de popular sólo tuvo el nombre del partido que tomó el poder, el retroceso en los derechos y las libertades individuales es tan alarmante que diversos organismos internacionales ya adjetivan como catastrófico.

La lista de decretos ley mediante las cuales el presidente y sus ministros traspalaron a la España actual a aquella otra en blanco y negro presidida por un enano golpista, es demasiado larga como para enumerarla en un sólo artículo. Además, son de conocimiento público todas y cada una de las excusas que el Partido Popular arguyó a la hora de pronunciar las medidas que hicieron mella en los colectivos más vulnerables, de modo que no es este un repaso puntual de las leyes antipersona decretadas por el PP, ya que para ello bastará con repasar los titulares de los periódicos de los últimos tres años, o simplemente con examinar vuestro respectivo derecho a callarse la boca que -por el momento- parece ser el único que usted posee, ya que si protesta corre el riesgo de transformarse en un criminal.

Finalmente la mil veces anunciada “política como Dios manda” prometida por Rajoy durante su campaña, ya está dando sus frutos; al menos la Iglesia Católica goza de ellos como no de otros placeres de los que sin embargo opina y aconseja. Al parecer Dios manda el disfrute de unos pocos y la desgracia de otros tantos. Manda Dios esta brecha cada vez más abismal entre quienes lo tienen todo y quienes ya casi ni en pie logran tenerse. Dios manda este incremento de miserables (de ambos; los que rebuscan entre los desperdicios de los hipermercados y los que enfundados en trajes dictan las nuevas normas a seguir). Manda Dios a que la educación y la sanidad ya no sean un derecho sino el lujo que pueden darse un puñado de elegidos. Manda Dios a que calles tu reclamo o a que te partan la cara por reclamar. Dios manda a convertir trabajadores en objetos desechables. Manda Dios a perseguir con multas a indigentes que duermen al raso, convirtiendo a la pobreza en un delito. Manda Dios proteger a esos banqueros que, peor que en Uganda -aunque Rajoy crea que no- moldearon esta vergonzosa característica de corrupción y saqueo que ya es marca de la casa, folklore de un país repleto de desmemoriados que olvidaron su pasado humilde, se hincharon de una soberbia inexplicable y buscaron la culpa en los de afuera.

Y precisamente luego de mencionar a los de afuera recuerdo el motivo del artículo que escribo. “El gobierno ve mala fe en los vídeos de ONGs de agresiones a inmigrantes en la valla de Melilla”, reza el titular de un periódico español. Y si después de leer esto no echo la pota es solo porque antes me entra la risa. Leamos juntos; luego si quiere ría o vomite: “La Delegación del Gobierno de Melilla expresa absoluto apoyo a los agentes de la Guardia Civil que, por imperativo legal, cumplen con su cometido. Y subraya además el comportamiento ejemplar y humanitario que distingue a los agentes de la Guardia Civil, a quienes señalan las ONG, por ejecutar devoluciones irregulares de migrantes a Marruecos”.

Nadie duda que -como en todo- haya buenos y malos agentes de la Guardia Civil. De esto estamos seguros y ni siquiera hace falta que nadie nos lo reafirme. Pero hay que ser muy retardado para ver mala fe en los vídeos que las distintas ONGs realizan a diario en la valla fronteriza de Ceuta y Melilla, y no ver ni un ápice de mala fe en la colocación de cuchillas afiladas que decidió el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y que aplaudió Rajoy. Únicamente un retardado podría ver mala fe en la intención de registrar con una cámara las dramáticas circunstancias por las que cada día tienen que atravesar un buen número de seres humanos cuyo único delito es estar vivos. Muy retardado hay que ser para ver mala fe en esto y no en las medidas que el pasado año dejaron sin asistencia sanitaria a miles de inmigrantes “irregulares”. Hay que ser un retardado irregular para ponerse a defender la buena, honesta y humanitaria acción de los policías fronterizos en vez de ver la aberración, el crimen, el horror que suponen las cuchillas afiladas con las que el gobierno español pretende amedrentar a los inmigrantes y desangrar a los que no se amedranten.

“No  es admisible que se intente criminalizar a la Guardia Civil, tachándola abiertamente y desde la distancia de un proceder inhumano y, por tanto, ilegal", sostienen desde la Delegación del Gobierno.  Sin embargo nada pronuncian acerca del sistemático aniquilamiento de los derechos humanos que éste, su gobierno, ha perpetrado en los últimos tres años. Nada dicen de las muertes en los CIE (Centro de internamiento para Extranjeros), de las pelotas de goma disparadas por los “humanitarios” agentes del orden contra aquel grupo de seres humanos que en febrero perecieron ahogados cuando pretendían alcanzar la orilla. Ni una sola palabra al respecto. Solo la “mala fe” de quienes intentan captar el atropello que a diario se comete en esta España que nuevamente parece haber caído en manos de un enano golpista.

No resiste un test

La criminalización de la república como sistema, además de una estrategia ridícula, refleja el posicionamiento filofranquista de la cúpula del partido del Gobierno. Es evidente que tan legítimo es ser republicano como monárquico, sin embargo los dirigentes del PP asocian la república como sistema de gobierno con cualquier acción terrorista, criminal y, especialmente, con la quema de conventos y las persecuciones de orden religioso que pudieran llevarse a cabo entre 1931 y 1936 en España. No es que se hagan los tontos para manipular y enrarecer el ambiente, es que son así. Se nota que lo dicen en serio.

Los que tenemos más años hemos escuchado esas cosas durante mucho tiempo e ingenuamente pensábamos que muerto el perro se acabaría la rabia, pero de eso, nada. La cantinela sigue intacta en su métrica, en su rima y en su melodía.

Sí, los mismos que insisten en que no hay que mirar atrás cuando alguien quiere desenterrar a un familiar asesinado junto a una cuneta, recuerdan a qué conduciría la instauración de una república en España. Claro que, como el análisis político no existe, da la impresión de que les traiciona el inconsciente y lo que expresan con su triángulo república-desórdenes-golpe de Estado, más que una consecuencia inevitable es un deseo. No nos explican por qué los alemanes, cuyo modelo seguimos a pies juntillas y cuyas órdenes cumplimos de forma automática, aun siendo republicanos, no terminan con el Ejército en la calle, ni por qué Rajoy cuando se reúne con la muy republicana señora Merkel no porta un collar de cabezas de ajo.

De lo que sí estoy seguro es de que muchos de los que lucen banderas de España como complemento ornamental en forma de pulsera, correa de reloj, cuello de polo, etcétera, dejarían de hacerlo con el nuevo incremento cromático. El argumento de que es la bandera de su país y que nadie debe avergonzarse de lucirla, dejaría de usarse. No me imagino a estas autoridades engominadas luciendo la tricolor.

De momento, lo único que sabemos es que esa bandera les produce sarpullidos y, la verdad, me resulta sospechoso. Yo no soy muy, por no decir nada, de banderas, pero sé lo que representan. Sé, perfectamente, por qué una bandera con el águila imperial, la enseña que simbolizó el fascismo durante cuarenta años en España, puede pasar desapercibida para muchas autoridades del partido que aglutina a las fuerzas del centro político español que hoy nos gobierna y, comprendo que en su desprecio a la inteligencia de los ciudadanos, no exento de cinismo, declaren como hizo la alcaldesa de Santoña tras un acto en el que se encontraba rodeada de las llamadas banderas preconstitucionales y de Falange: “Que yo me encuentre delante no quiere decir que ampare nada”. Dando a entender que se encontraría igual de a gusto en un entorno de hoces y martillos o de símbolos abertzales.

Ella estaba allí y lo que representan esos objetos no la perturbaban, como le ocurrió a la alcaldesa de Quijorna, también de centro, que ante la polémica que suscitó un mercadillo, promovido por el ayuntamiento que preside, de banderas y objetos fascistas, declaró que no vio nada raro. Claro que al decir eso, más que dar a entender que no se dio cuenta de lo que se exponía, lo que resulta bastante difícil de comprender, proclamaba que aquel entorno le resultaba armónico, familiar. De nuevo los símbolos antidemocráticos flotaban en el ambiente sin causar estridencia alguna en los muy constitucionalistas próceres de nuestra patria.

En la cima del despropósito se situó el señor Rafael Hernando, portavoz adjunto popular en el Congreso, por lo que debemos entender que su declaración responde al sentir general del partido al que por su cargo representa, cuando ante las repetidas exhibiciones de símbolos fascistas, así como de la fea costumbre de retratarse saludando brazo en alto por parte de diferentes miembros de su partido y, sobre todo, de representantes de las Nuevas Generaciones, lo que demuestra que no tienen intención de abandonar “el centro” por el momento; el portavoz del partido, decía, equiparaba estos gestos con la también, según él, poco constitucional costumbre de exhibir la bandera republicana.

Este señor olvida dos cosas, la primera es que esa bandera por muy fea que le resulte, representa a un Gobierno democrático y constitucional que eligieron la mayoría de los españoles tras las elecciones municipales de 1931, donde los votos republicanos se impusieron en 41 capitales de España, triplicando a los monárquicos en Madrid y cuadruplicando en Barcelona; y la segunda es que esa bandera tricolor es legal en nuestros días y amparada por la Constitución, esa Constitución que la mayoría de los diputados de Alianza Popular no apoyó cuando se aprobó en el Congreso, y cuyos herederos agitan cuando conviene cual Libro rojo de Mao, convirtiéndola en dogma de fe incuestionable, y se saltan a la torera o pisotean con la misma facilidad.

Por eso es difícil comprender la actitud de los policías nacionales parando, cacheando y reteniendo a los ciudadanos que portaban chapas, zapatos o cualquier otro complemento con la bandera republicana impidiéndoles la libre circulación por las calles de Madrid el día de la proclamación. Bueno, en realidad, no es difícil de entender si tenemos en cuenta quién dio la orden, aunque a juzgar por los vídeos, tampoco se les ve desconsolados cumpliendo su misión. Tal vez entienden, como la autoridad competente que les manda, que ese símbolo es ilegal, equiparable al de ETA o similar.

Resumiendo, que ya es hora, la bandera tricolor representa a un sistema democrático y constitucional, como la roja y gualda que regalaban en las calles. La otra, la del águila imperial, la que no perturba a las autoridades de “centro”, es anticonstitucional y es la enseña del autoritarismo que se impuso en España después de un golpe de Estado que abolió la democracia y causó cientos de miles de muertos, muchos de los cuales continúan en fosas comunes y que todavía, casi ochenta años después, esos señores que se llaman constitucionalistas, empezando por el presidente del Gobierno, se niegan a desenterrar y a hacer justicia con sus familiares.

Esa es la cuestión, les molesta la tricolor, la del fascismo, no. Allá ellos, pero que no las comparen porque, entonces sí, se les ve el aura fascistoide y están obligados por su amada Constitución al disimulo.

Por nuestra parte, si no hacen alardes, prometemos seguir creyéndonos que son de “centro”.