viernes, 18 de diciembre de 2015

Secesión

Secesión 

Dice un profesor amigo mío que uno de los grandes problemas de este país es que la Historia se enseña mal. Y tiene razón. A los jóvenes se les enfrenta, desde que empiezan su educación, a entender qué pasó en la prehistoria o en la Edad Media antes de contarles lo que sucede hoy, cuando debiera de ser al revés. La Historia tendría, según mi amigo, que empezar a enseñarse desde las noticias actuales y después remontarse atrás para así entender el origen de los conflictos. De esa manera no oiríamos lo de “eso es cosa del pasado”, frase tan habitual como estúpida, cuando uno intenta explicar por qué sucede lo que sucede. Por supuesto que es cosa del pasado, pero es que el pasado es también nuestro presente.

Desde que los Reyes Católicos, esos grandes genocidas, decidieron de común acuerdo con la banca alemana y el eterno Vaticano, aunar las riquezas que proporcionaba el grano de Castilla con el próspero comercio de Aragón y las fértiles vegas de Al-Andalus, en España estalló el asunto, nunca resuelto, de las nacionalidades. Tuvo que venir Pi y Margall a aclarar que el país solo conviviría en paz si se juntase alrededor de una República Federal. Pero ya se sabe lo que pasó. Golpe de Estado y de nuevo la caterva reclamó lo de la unidad patria, que viene a querer decir el control centralizado del poder. Luego vino la Segunda República y lo mismo. Cuarenta años de dictadura y expolio, no solo económico, sino también cultural, prohibiendo las diferentes lenguas y costumbres, acrecentaron el asunto del centralismo anulando a golpe de bofetadas las diferencias existentes entre los pueblos de la península.

Murió el Gran Sapo Iscariote y con su muerte – y la lucha de algunos que ahora parece que no existió – vino esta democracia. Para contentar a unos y a otros, se construyó el Estado de las Autonomías. Para unos fue un reconocimiento a su singularidad y para los otros, los de siempre, ésta quedaba descolorida entre la multitud de comunidades inventadas. La de la Rioja o Madrid, son claros ejemplos del despropósito, igual que la asunción del valenciano como lengua diferente al catalán. 

Y así hemos llegado hasta nuestros días. Se desperdiciaron ocasiones de normalizar la convivencia al rechazar el llamado Plan Ibarretxe con respecto a Euskadi o el Estatut de Autonomía para Catalunya. Se impuso la táctica de dejar pasar el tiempo suponiendo que las aguas se calmarían, pero no ha sido así. Los insultos, boicots y menosprecios al sentimiento de los pueblos han hecho mella en éstos y ahora ya no quieren seguir con el juego.

Sorprende a algunos la unión de fuerzas de izquierda con la derecha nacionalista, pero hagamos pedagogía de nuevo. La derecha catalana, por más que sea derecha al fin y al cabo, cuando la Dictadura, recordemos que estaba perseguida por aquellos cuyos herederos integran el Partido Popular. Así que por más que en el pasado hayan pactado –y no pondría la mano en el fuego que no vuelva a pasar en el futuro, dado que la pela es la pela– pesa más el hartazgo de ver como la pandereta, los toros y las procesiones han vuelto a ocupar un lugar predominante en la dirección del Estado. La prohibición de usar las lenguas cooficiales en el Parlamento, o los debates televisivos en la cadena pública en la que se vierten todas las opiniones excepto la de los partidarios de la independencia, no ayudan mucho. Y que se persiga con más saña la convocatoria de un referéndum, que el despilfarro y el saqueo de lo público, tampoco.

Que hay una mayoría social que no quiere seguir con el rumbo que ha tomado el país, es evidente. En Catalunya, Euskadi o Galicia, por razones históricas, esa negativa tiene el apoyo de su particular nacionalidad. Negar el derecho a decidir sobre la autodeterminación no es sino echar más leña al fuego y sobre todo desviar los esfuerzos y la lucha del verdadero objetivo.

A mí que Catalunya, Euskadi, Andalucía o Murcia quieran separarse del Estado Español me da igual. 

A mí lo que me importa es acabar con el capitalismo. En Catalunya, en Euskadi, en Andalucía, en Murcia y en el mundo entero.

jueves, 29 de octubre de 2015

La gota que colma el vaso

LA GOTA QUE REBASA EL VASO


Son cuatro ya los ejemplos que se pueden ver, a lo largo de la Historia, en los que los nacionalistas catalanes han intentado imponer un Estado propio, fracasando claramente en los tres primeros y con el interrogante de lo que puede suceder en el cuarto.

El primero en 1873, cuando un mes después de declararse la I República, un grupo de independentistas declaró la sustantividad del Estado catalán, deteniendo a las autoridades legales. Fue precisamente un catalán, el jefe del Poder Ejecutivo, Estanislao Figueras, quien tuvo que hacer frente a esta sublevación que duró escasamente unos días. El segundo sucedió en 1931, cuando el mismo día de la proclamación de la II República, Francesc Macià, presidente de Esquerra Republicana, apareció en el balcón de la Generalitat para declarar el Estado catalán, que formaría parte de una Confederación de pueblos ibéricos. El Gobierno provisional de la II República envió urgentemente a Barcelona a tres ministros para que negociasen con Macià. Finalmente consiguieron que se renunciase al Estado catalán, gracias al compromiso del Gobierno de admitir un Estatuto de Autonomía para Cataluña. El tercero fue durante el mes de octubre de 1934, protestando por la entrada de varios ministros de la CEDA en el Gobierno de Alejandro Lerroux, y aprovechando la huelga revolucionaria convocada por los socialistas. En efecto, el entonces Presidente de la Generalitat, Lluís Companys, volvió a proclamar el Estado catalán, acusando al Gobierno español de fascista. En realidad se trataba de un golpe de Estado de la Generalitat, rompiendo toda relación con el Gobierno central y declarando la guerra al Estado español. Esta provocación comportó el que se asistiese a un enfrentamiento violento entre el Ejército y los independentistas catalanes, junto a los Mossos d’Esquadra. Pocas horas después fueron detenidas todas las autoridades catalanas, restableciéndose la normalidad dentro de las especiales circunstancias del momento.

Finalmente, el cuarto ejemplo es el que hemos presenciado anteayer y ayer por la mañana. El lunes pasado, mientras se disolvían las Cortes españolas en Madrid, en Barcelona se constituía el nuevo Parlament catalán, eligiéndose presidenta a la señora Forcadell que hasta ahora no había sido diputada. En el mismo momento de su discurso, una vez elegida sólo por los nacionalistas catalanes y compañeros de viaje, demostró que desconoce las reglas de todo parlamento democrático, pues quien lo dirige debe hacer gala de una Presidencia que sea de todos y no de un sector concreto de los parlamentarios. Su discurso proclamando la soberanía del pueblo catalán y especificando que se trata de conseguir nuevamente un Estado catalán, lo ratificó enfáticamente con los tres vivas al acabar su perorata, que solamente fueron coreados por una parte del Parlamento. Una presidenta que el mismo día de su elección rompe con este dogma de neutralidad de la democracia parlamentaria no debería continuar en el cargo.

Ahora bien, nadie que haya seguido con interés el largo recorrido de los nacionalistas catalanes, comenzando por el nombramiento del presidente Pujol -que ha engañado a tirios y troyanos y que hoy es ya considerado un presunto delincuente-, no debería sorprenderse de que hayamos llegado a la situación actual. Por supuesto, una gran parte de lo que está ocurriendo en Cataluña, se debe, como ya he dicho en muchos artículos en este periódico, a que ha habido una escalada graduada de los nacionalistas que llevaría hasta la declaración unilateral de independencia. Pero seamos realistas: todo ello no se hubiera podido llevar a cabo sin la permisividad de los Gobiernos de Madrid, porque si se hubiesen tomado las medidas oportunas, que no tenían que ser forzosamente represivas, se hubiese logrado un statu quo que podía haber perdurado bastante tiempo. Ciertamente, como señala John Gray, la política es una sucesión de remedios temporales para males recurrentes. Pero, con todo, no podemos ignorar que se puede llegar a acuerdos duraderos si se logra que las dos partes en conflicto cedan en su posición inicial.

Sea lo que sea, esta pasividad tradicional de los Gobiernos de Madrid, en algunos casos interesada a cambio del apoyo de los partidos nacionalistas, parece que en el caso del actual presidente del Gobierno -más vale tarde que nunca- ha cambiado el rumbo por fin. De esta manera, se aprobó antes de la disolución de las Cortes una reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, que puede ser utilizada para evitar la ruptura de la unidad de nuestro país. Es posible que esta reforma se decidiese ante el temor de que el artículo 155 de la Constitución, copia casi literal del artículo 37 de la Ley Fundamental de Bonn, no se pudiese aplicar por haberse disuelto las Cortes y, más concretamente, el Senado. Sin embargo, en contra de una lectura literal de dicho artículo, en donde se exige que la decisión de suspender, en su caso, una autonomía, deba ser aprobada por la mayoría absoluta de los miembros del Senado, hay que decir que la existencia de su Diputación Permanente permite ejercer esta competencia que es propia del Pleno. En efecto, hay que señalar que la Diputación Permanente dispone de dos funciones concretas. Por una parte, durante los intervalos entre periodos de sesiones, esta institución, como la del Congreso de Diputados, disfruta de la facultad de convocar una reunión extraordinaria del Pleno de la Cámara, así como de la competencia de velar por los poderes de la misma. Y, por otra parte, durante los periodos interlegislativos, dentro de las competencias de velar por los poderes de la Cámara en estos periodos de las Cortes disueltas, se encuentra la facultad, prevista en el mencionado artículo 155.1, de poder adoptar las medidas necesarias cuando una comunidad autónoma no cumpla las obligaciones que le impone la Constitución o atente gravemente contra los intereses generales de España.

En definitiva, es evidente que tras la actuación partidista de la nueva presidenta del Parlament, se están acelerando los hechos, y ayer mañana se presentó una propuesta de Juntos por el Sí y la CUP para señalar que Cataluña se “desengancha” de España para construir el Estado catalán en forma de república y que, en consecuencia, no aplicará en lo sucesivo la legalidad española. A buen seguro, el problema no se halla únicamente en el terreno de la política, o incluso de la legalidad parlamentaria, sino que tiene ya claras connotaciones con el Derecho Penal. Cualquier país democrático no habría permitido que se llegase a este nivel, que sin duda es la gota que rebasa el vaso no solo de la legalidad, sino también de la paciencia que todos los españoles y, en especial, la de los catalanes que se sienten también españoles, como se ha comprobado en las elecciones del 27-S, que son mayoría con respecto a los independentistas. Si nos atenemos a todos los medios con que cuenta el Gobierno catalán para empapar de ideas independentistas a los ciudadanos de Cataluña, sorprende que no hayan alcanzado el triunfo en esas elecciones fraudulentas los favorables a la independencia.

A este respecto, se duda de si todos los sucesos de corrupción a que estamos asistiendo en concreto en Cataluña, han servido o no para impedir que se consiguiese ese objetivo. Digo esto, porque hace una semana, después de la comparecencia del presidente Mas, acompañado de sus cuatrocientos mariachis, ante el Tribunal Superior de Cataluña, una ola de optimismo separatista pareció invadir las calles de Barcelona. Hasta el punto de que La Vanguardia, del antimonárquico Conde de Godó, se permitió algo que hasta ahora era insólito y es que el martes día 20 la mitad de sus páginas aparecieron en catalán. Sin embargo, duró poco la euforia, porque un día después, las aguas volvieron a su cauce y el castellano, o mejor dicho, el español, volvió a imperar en sus páginas, debido probablemente a que el día antes comenzó una investigación sobre los beneficiarios del famoso 3%, que es una plaga que no cesa en Cataluña y que ha infectado a las instituciones del régimen fundado por Pujol.

En cualquier caso, en mi opinión, el presidente Rajoy ha perdido una magnífica ocasión para haber sido mucho más taxativo en su declaración institucional de ayer, pues se limitó a decir, después del documento separatista de Juntos por el Sí y la CUP, que iba a aplicar la Ley. En su caso, lo que tenía que haber dicho es que si se aprueba ese documento por el Parlament, el Gobierno aplicará el artículo 155 de la Constitución. Lo cual, por supuesto, no solo habría servido para embridar a estos paranoicos que quieren llevar a España al precipicio, sino que además le habría proporcionado una lluvia tal de votos en las elecciones de diciembre, que ya será difícil que vuelva a causa de su parsimonia.

Sea lo que fuere, algo que es muy claro y que no parece ver Rajoy, radica en que las próximas Cortes españolas tendrán que pactar una nueva estructura territorial del Estado, porque el nacionalismo catalán no se acabará mañana y alguna justificación puede tener, aunque ya sabemos que cuando alguien pide justicia, lo que quiere es que le den la razón .

viernes, 9 de octubre de 2015

Hstoria del derecho a decidir en Cataluña

Historia y derecho a decidir
Para los secesionistas catalanes la Historia no es erudición, sino un elemento fundamental en su propuesta política. De hecho, es tan básica en su planteamiento como el inexistente "derecho a decidir" que tantos réditos les ha reportado. Si el derecho a decidir es el principio, la substancia; la Historia es el recipiente que lo contiene y da forma. Sin Historia el derecho a decidir se queda en menos que una palabra hueca, quien le dota de contenido político es la Historia.
Para probar lo anterior no tenemos más que reparar en la diferencia que existe entre el derecho a decidir individual y colectivo. Evidentemente, como individuos tenemos el derecho a decidir muchas cosas; por ejemplo, que carrera estudiaremos, cuáles son nuestras aficiones o con quien contraemos matrimonio. Evidentemente, no se trata de derechos que no carezcan de límites; pues uno no podrá estudiar lo que desea es preciso cumplir con los requisitos de admisión en el centro en el que se imparta, para poder llevar a término una afición en ocasiones es necesario adquirir conocimientos u obtener autorizaciones (para ser patrón de un buque de vela, por ejemplo) y para contraer matrimonio con quien se desee es necesario que la persona elegida tenga el mismo deseo.
En el caso de las decisiones que han de tomarse colectivamente junto con los límites anteriores; esto es, aquellos que son externos al sujeto que decide, existe también un condicionante que no se da en las decisiones que se toman individualmente; ese condicionante es la concreción de los individuos que han de concurrir para tomar la decisión de que se trate; y es una concreción que siempre podrá ser objeto de cuestionamiento.
En el caso del derecho a la autodeterminación; esto es, a la creación de un sujeto político soberano a partir de territorio y población integrados en otro sujeto político soberano; dicha concreción de las personas que han de participar en la decisión es fundamental. ¿Pueden autodeterminarse los habitantes de un barrio? ¿Aquellos que disponen de una renta determinada? ¿Quienes profesan una religión, se integran en una etnia diferenciada o hablan cierto idioma? Las respuestas a estas preguntas se encuentran en el Derecho internacional -si de lo que estamos hablando es de la perspectiva jurídica-; pero aquí no me ocuparé de ello porque en el caso catalán es evidente que no se da ninguna de las circunstancias que justificarían el ejercicio de ese derecho a partir de lo que prevé el Derecho internacional público. Lo menciono solamente para indicar que en el derecho a decidir existe un elemento que en el caso catalán se da por sobreentendido y que es que el ámbito de decisión es el territorio de Cataluña o, mejor dicho, los residentes en el territorio de Cataluña. Como digo, este es un sobreentendido que habría que justificar (¿por qué el territorio de Cataluña y no el de todos los denominados "Países Catalanes"? ¿por qué Cataluña y no cualquiera de sus provincias, comarcas o municipios?). Hasta donde yo sé esta justificación esta sin hacer, limitándose a plantearlo como una evidencia en sí misma ("¿negarás que Cataluña es una nación?" se ha dicho en más de una ocasión), una evidencia que partiría de la constatación de que Cataluña ha sido un territorio dotado de autogobierno desde tiempo inmemorial y al que "solamente" en los últimos 300 años se le habría privado de la posibilidad de regirse como nación soberana.
Evidentemente, el planteamiento anterior podría ser objeto ya no de matizaciones, sino directamente de refutaciones; pero no es este el lugar para hacerlo, limitándome a señalar aquí la importancia que para el argumentario político secesionista tiene mantener la ficción de unas instituciones catalanas independientes y con amplios poderes que desde tiempos inmemoriales (si pudiera ser) hubieran configurado una comunidad política diferenciada de las de sus vecinos. Esta historia (conscientemente he pasado a la minúscula) sería la base indispensable para dotar de sentido al vaporoso "derecho a decidir". Sin la historia sería muy fácil refutar el pretendido derecho preguntando simplemente cuál es el grupo llamado a ejercerlo, en definitiva ¿quiénes son los que deciden?




Entre estas instituciones hay una que merece una atención especial: la Generalitat y su presidente. La idea de un gobierno catalán independiente que desde el siglo XIV hasta la actualidad mantiene una línea de continuidad tan solo rota por la "conquista" borbónica tras la Guerra de Sucesión dota de fuste a la reivindicación del derecho a proclamar Cataluña como Estado independiente. Además, contribuye a dotar de legitimidad a las actuaciones del presidente de la Generalitat, quien no es presentado como lo que es, una autoridad del ordenamiento constitucional español con los poderes que establece la Constitución y el Estatuto de Autonomía; sino como el heredero de ese gobierno catalán de raíces medievales; un protopresidente de la República Catalana, en definitiva.
Esto explica la importancia que en la simbología independentista tiene el Presidente de la Generalitat y su lugar en la sucesión de presidentes desde el siglo XIV. Tal como nos recuerda hoy Joaquim Coll en su artículo en "El Periódico", Artur Mas tuvo buen cuidado de indicar durante su reciente viaje a Estados Unidos que era el 129º presidente de la Generalitat. La continuidad desde el medioevo hace la institución, justifica el derecho a la autodeterminación y adelanta lo que sería el Estado independiente.
Pues bien, en el mismo artículo Joaquim Coll nos descubre que según ha mostrado Óscar Uceda, historiador que realiza su tesis doctoral sobre la Guerra de Sucesión, en realidad en el siglo XIV no existía ningún presidente de la Generalitat. Ni en el XIV ni en el XV ni en el XVI ni en el XVII ni en el XVIII. Durante esa época lo que la mitología nacionalista ha dado en llamar "President de la Generalitat" era simplemente el diputado eclesiástico de más edad de la Generalitat (una institución que se limitaba a la recaudación de impuestos, una especie de Agencia Tributaria de la época). El pretendido "President" era simplemente el diputado a quien por razón de antigüedad y procedencia (eclesiástica) le competía una función de preeminencia entre sus colegas. Nada que ver con lo que sería el presidente de una pretendidamente autogobernada Cataluña. A la luz de estas informaciones será más fácil entender por qué todos (o casi todos) los pretendidos presidentes de la Generalitat que figuran en la lista que nos ofrece viquipèdia a partir de la información que facilita la propia Generalitat son eclesiásticos.
Como en tanta otras cosas, la necesidad de crear una adecuada mitología que fundamentara las aspiraciones políticas de ciertos notables catalanes de finales del XIX y principios del XX, hizo que se tomaran elementos de aquí y de allí para construir un pasado acorde con el futuro que se pretendía. Y cuando en 1931 se creó la Generalitat republicana se pretendió que era la restauración de una figura medieval que nada tenía que ver con ella y, para dotar de mayor realce a la figura de su presidente se pretendió que esa autoridad era también recuperación de una figura... inexistente.
De mentira en mentira hasta el engaño final........

miércoles, 7 de octubre de 2015

De mayor quiero ser chulo o putero

De mayor quiero ser chulo o putero

Amnistía Internacional, haciendo honor a su propio nombre, ha decidido amnistiar internacionalmente al putero, al chulo y al traficante de mujeres pidiendo la despenalización absoluta “de todos los aspectos relacionados con el trabajo sexual consensuado". Es decir, que recomendará a los diferentes Estados que, con buen criterio, no castiguen a quienes ejercen la profesión, pero garantizando igualmente la impunidad legal a los implicados en este negocio.

Es una noticia, sin duda, bien acogida por los usuarios y emprendedores del sexo patrio. Nuestra piel de toro está llena de miles de garitos con farolillos rojos y luces de neón que contribuyen honrosamente a mantener viva la llama de la marca España, generando puestos de trabajo que con una acertada regulación pueden procurar una digna y abundante salida laboral: clubes, whisquerías, moteles o simples pisos donde el macho ibérico, producto con denominación de origen de fama internacional, ejerce de proxeneta o consuma su hombría fomentando el empleo y aumentando el poder adquisitivo de la mujer. Españoles comprometidos con el futuro del país que desde 2014 contribuyen ya oficialmente y por arte de magia al descenso del déficit público y al enriquecimiento del país, representando el 0,35% del PIB (3.670 millones de euros) según el Instituto Nacional de Estadística.

Nadie sabe cuántas mujeres ejercen en España la prostitución, ni siquiera los empresarios de los clubes de alterne, pero es un dato conocido que más del 90% son migrantes extranjeras. Si se cumplen las demandas y los pronósticos de AI, podrán tener derechos y garantías laborales. 

Con la legitimidad que aporta la resolución de una prestigiosa ONG internacional, cualquier Wert que ejerza como ministro podrá aprovechar la coyuntura y crear el grado de Ciencias de la Prostitución y un master en Administración de puticlubs. Después de una buena formación, las licenciadas podrán inscribirse en el Ilustre Colegio Oficial de Prostitutas, organismo que quizá consiga el título de real si alguien del Palacio de La Zarzuela accede a ejercer la presidencia honorífica.

Afortunadamente para los regulacionistas, cuando se derrumben los intolerantes muros del puritanismo y el abolicionismo ya nada volverá a ser lo mismo. La democracia avanzará por veredas desconocidas y la mojigatería pasará a la historia. En el parque infantil, podrán interesarse por el futuro de su vecinita:

— Hola bonita, y tú, ¿qué quieres ser de mayor?

— Yo puta, que es una profesión con gran tradición histórica y con mucha salida.


“Progresistas” o fachas, estatales, autonómicos o locales, los periódicos de este país hacen caja con cientos de anuncios diarios eufemísticamente llamados de “relax” o bajo el epígrafe de ‘Adultos', ocupando los anuncios por palabras junto a coches de segunda mano, pisos en alquiler, adivinos de pacotilla y mercancías variadas: “Furgoneta diesel seminueva con todos los extras”; “Vidente africano, recuperación inmediata de parejas”; “¡¡Ocho muñequitas, belleza y variedad!! 2 veces x 40€”; “Se venden 60 vacas de carne rubia gallega y tres toros”. A pesar de que la Ley General de Publicidad considera ilegales los anuncios que "atenten contra la dignidad de la persona" o "presenten a las mujeres de forma vejatoria", bien por servirse de su cuerpo "como un objeto" o por vincular su imagen a "comportamientos estereotipados".

Con la regulación, los anuncios podrán incluir ofertas directas de empleo: “Se necesitan chicas con buena presencia para mítico Club Huracán. Preferible sin experiencia”. Quién sabe si los programas de prostitución no desplazarán del prime time televisivo a los agobiantes y omnipresentes programas de cocina con un Masterputas o Putas sobre ruedas.

Decenas de miles de mujeres son explotadas sexualmente por un negocio de hombres. No conozco a ninguna mujer que haya podido entrar en un burdel si no es para prostituirse o hacer la limpieza. Le han colgado el cartel de “oficio más antiguo del mundo” para mantener presente que las mujeres somos putas potenciales desde que Eva comió la manzana del pecado. Y, sin embargo, ni la madre de dios hecho hombre se permitió echar libremente un polvo para concebirle. Se tilda la prostitución de oficio obviando que la inherente transacción comercial del cuerpo lo convierte en esclavitud. Está idealizada en la literatura, en el cine, en la música, en la tradición histórica, incluso en la socialización masculina: en el burdel pierden la virginidad o se preparan para ser esposos complacientes en cursos de formación acelerados. En el prostíbulo existe un pacto entre caballeros, una omertá no escrita por la cual el cura, el jefe, el personaje público o el propio padre y su hijo nunca se han visto en el garito cuando están fuera de él. Y la modernidad ha traído el whatsApp para compartir profusamente las imágenes de hembras entre la manada.

En las organizaciones políticas y sindicales de izquierda hay miles de militantes que podrían hacer constar en su currículum: prostitución, nivel usuario. Por eso, en múltiples ocasiones, la regularización es el lavado de cara de las conciencias y los remordimientos, o de la carencia de estos.

— Y digo yo... ¿aquí no haría falta una Revolución?

— Y luego, ¿por qué me lo preguntas?

De mayor quiero ser chulo o putero

De mayor quiero ser chulo o putero

Amnistía Internacional, haciendo honor a su propio nombre, ha decidido amnistiar internacionalmente al putero, al chulo y al traficante de mujeres pidiendo la despenalización absoluta “de todos los aspectos relacionados con el trabajo sexual consensuado". Es decir, que recomendará a los diferentes Estados que, con buen criterio, no castiguen a quienes ejercen la profesión, pero garantizando igualmente la impunidad legal a los implicados en este negocio.

Es una noticia, sin duda, bien acogida por los usuarios y emprendedores del sexo patrio. Nuestra piel de toro está llena de miles de garitos con farolillos rojos y luces de neón que contribuyen honrosamente a mantener viva la llama de la marca España, generando puestos de trabajo que con una acertada regulación pueden procurar una digna y abundante salida laboral: clubes, whisquerías, moteles o simples pisos donde el macho ibérico, producto con denominación de origen de fama internacional, ejerce de proxeneta o consuma su hombría fomentando el empleo y aumentando el poder adquisitivo de la mujer. Españoles comprometidos con el futuro del país que desde 2014 contribuyen ya oficialmente y por arte de magia al descenso del déficit público y al enriquecimiento del país, representando el 0,35% del PIB (3.670 millones de euros) según el Instituto Nacional de Estadística.

Nadie sabe cuántas mujeres ejercen en España la prostitución, ni siquiera los empresarios de los clubes de alterne, pero es un dato conocido que más del 90% son migrantes extranjeras. Si se cumplen las demandas y los pronósticos de AI, podrán tener derechos y garantías laborales. 

Con la legitimidad que aporta la resolución de una prestigiosa ONG internacional, cualquier Wert que ejerza como ministro podrá aprovechar la coyuntura y crear el grado de Ciencias de la Prostitución y un master en Administración de puticlubs. Después de una buena formación, las licenciadas podrán inscribirse en el Ilustre Colegio Oficial de Prostitutas, organismo que quizá consiga el título de real si alguien del Palacio de La Zarzuela accede a ejercer la presidencia honorífica.

Afortunadamente para los regulacionistas, cuando se derrumben los intolerantes muros del puritanismo y el abolicionismo ya nada volverá a ser lo mismo. La democracia avanzará por veredas desconocidas y la mojigatería pasará a la historia. En el parque infantil, podrán interesarse por el futuro de su vecinita:

— Hola bonita, y tú, ¿qué quieres ser de mayor?

— Yo puta, que es una profesión con gran tradición histórica y con mucha salida.


“Progresistas” o fachas, estatales, autonómicos o locales, los periódicos de este país hacen caja con cientos de anuncios diarios eufemísticamente llamados de “relax” o bajo el epígrafe de ‘Adultos', ocupando los anuncios por palabras junto a coches de segunda mano, pisos en alquiler, adivinos de pacotilla y mercancías variadas: “Furgoneta diesel seminueva con todos los extras”; “Vidente africano, recuperación inmediata de parejas”; “¡¡Ocho muñequitas, belleza y variedad!! 2 veces x 40€”; “Se venden 60 vacas de carne rubia gallega y tres toros”. A pesar de que la Ley General de Publicidad considera ilegales los anuncios que "atenten contra la dignidad de la persona" o "presenten a las mujeres de forma vejatoria", bien por servirse de su cuerpo "como un objeto" o por vincular su imagen a "comportamientos estereotipados".

Con la regulación, los anuncios podrán incluir ofertas directas de empleo: “Se necesitan chicas con buena presencia para mítico Club Huracán. Preferible sin experiencia”. Quién sabe si los programas de prostitución no desplazarán del prime time televisivo a los agobiantes y omnipresentes programas de cocina con un Masterputas o Putas sobre ruedas.

Decenas de miles de mujeres son explotadas sexualmente por un negocio de hombres. No conozco a ninguna mujer que haya podido entrar en un burdel si no es para prostituirse o hacer la limpieza. Le han colgado el cartel de “oficio más antiguo del mundo” para mantener presente que las mujeres somos putas potenciales desde que Eva comió la manzana del pecado. Y, sin embargo, ni la madre de dios hecho hombre se permitió echar libremente un polvo para concebirle. Se tilda la prostitución de oficio obviando que la inherente transacción comercial del cuerpo lo convierte en esclavitud. Está idealizada en la literatura, en el cine, en la música, en la tradición histórica, incluso en la socialización masculina: en el burdel pierden la virginidad o se preparan para ser esposos complacientes en cursos de formación acelerados. En el prostíbulo existe un pacto entre caballeros, una omertá no escrita por la cual el cura, el jefe, el personaje público o el propio padre y su hijo nunca se han visto en el garito cuando están fuera de él. Y la modernidad ha traído el whatsApp para compartir profusamente las imágenes de hembras entre la manada.

En las organizaciones políticas y sindicales de izquierda hay miles de militantes que podrían hacer constar en su currículum: prostitución, nivel usuario. Por eso, en múltiples ocasiones, la regularización es el lavado de cara de las conciencias y los remordimientos, o de la carencia de estos.

— Y digo yo... ¿aquí no haría falta una Revolución?

— Y luego, ¿por qué me lo preguntas?

Espectáculo de la politica

Espectáculo de la politica 
Echemos un vistazo a lo más cercano que vivimos y nos afecta más directamente y a lo que parece más lejano, que nos afecta igualmente. En España tenemos un panorama marcado por las aventuras y locuras identitarias de los independentistas catalanes que sustituyen la solución de los problemas económicos y sociales, creados en gran parte por las políticas neoliberales del gobierno catalán, el de CDC, bien aceptado por ERC, de acuerdo con las del gobierno español y de la UE, por un video-juego peligroso en el que los buenos, los independentistas, nos librarán de los malos, los españoles que, como todo el mundo sabe, nos roban y viven sin trabajar a nuestra costa. Menos mal que en Catalunya no roba nadie, que las mordidas y forunas de los Pujol y unos cuantos más, son una invención de la chusma españolista de Madrid. Y convocan unas elecciones el 27 de septiembre, que califican de plebiscitarias, para conseguir la independencia y solucionar todos los problemas que ellos mismos han contribuido a crear: paro, empleo precario, privatizaciones y reducción de servicios públicos, recortes sociales…etc. A partir de ese futuro paraíso los 800.000 desempleados catalanes tendrán empleo de excelente calidad, con menos horas de trabajo y mejores salarios, en especial para los jóvenes que tienen que emigrar; la educación y la sanidad superarán todos los problemas que han creado las privatizaciones y recortes, de las cuales el gobierno de CDC ha sido el principal responsable adelantándose al resto de España en aplicarlas; habrá viviendas baratas para todo el mundo; de nuevo, algo fundamental, seremos el ejemplo político y cultural para el Mediterráneo y Europa y, como ya dijo alguien hace tiempo, los niños comerán helado cada día. Cuadro idílico como podéis comprobar. Lo esperpéntico es que hay gente que se lo cree.

Y ahora pasemos brevemente a ver qué pasa en toda España, incluida Catalunya. En primer lugar, sobre la realidad catalana, el gobierno del PP no es capaz de ganar con argumentos y propuestas el debate político, dejando al descubierto las mentiras y manipulaciones independentistas. No es capaz de entender que la política española, incluida, o especialmente, la política autonómica, exige una reforma en profundidad a los 37 años de la aprobación de la Constitución. La reforma constitucional debe tener un carácter federal, que partiendo del estado de las autonomías, en el que ya se dan muchos aspectos federales, culmine políticamente en un estado federal que nosotros defenderemos que sea republicano, aprobado en referéndum por el conjunto de los españoles. En segundo lugar, combatir la charca politiquera en que se convierte muchas veces la política, con “el tú más” en vez de “propongo esta medida o política concreta” para solucionar los problemas de paro, precariedad laboral, sanidad y educación progresivamente más privatizadas, más caras y con peores servicios, entre otras cosas a cambiar.

Y en la escena internacional ¿qué tenemos? Lo más trágicamente espectacular por la contemplación en directo del sufrimiento humano de mujeres, niños/as y hombres, huyendo de sus países destruidos por las guerras de carácter fundamentalmente terrorista, fomentadas, propiciadas, impulsadas y armadas por EEUU, la UE, Israel, Arabia Saudí, Qatar, Turquía y cómplices. Millones de personas refugiadas donde pueden huyen de la muerte, el fanatismo y la miseria buscando refugio en la Europa que ha sido corresponsable de su tragedia. Y esta Europa pone alambradas y campos de concentración, decidiendo reunirse el 14 de septiembre, hoy 31 de agosto, para buscar una solución, dicen europea y civilizada. Hablan también de destinar dinero para un programa de desarrollo de los países destruidos por las guerras que, teniendo en cuenta lo que han hecho hasta ahora, poco podemos esperar de él. Ante la actitud de la Europa del capital, el problema para nosotros es ¿qué hacemos los que luchamos o decimos luchar por la Europa de los pueblos? Teniendo en cuenta que los conservadores, liberales, socialdemócratas y hasta sectores de los verdes han apoyado y apoyan las intervenciones militares llamadas democráticas y de defensa de los derechos humanos en Iraq, Libia y Siria ahora mismo, con las consecuencias conocidas, sólo queda la alternativa de la izquierda real europea para intentar actuar política, social y culturalmente para que el panorama europeo sea verdaderamente democrático y de defensa de los derechos humanos y se recuperen los principios y valores de la justicia, la solidaridad y el internacionalismo. Europa tiene que acoger a todos los refugiados que llegan mientras subsista la situación de violencia en sus países de origen; Europa debe acabar de inmediato con las guerras que ha contribuido a encender; Europa debe aprobar un programa de desarrollo económico y social para los países destruidos por la violencia y empobrecidos por el saqueo, con un fondo inicial de 200.000 millones de euros.

JUSTICIA PARA LOS REFUGIADOS Y EMIGRANTES QUE HUYEN DE LA MUERTE, LAS GUERRAS Y EL HAMBRE.

La historia se repite

La historia se repite(1982)

Asistimos a un fenómeno parecido al de 1982, que podríamos caracterizar, con precaución por las diferencias entre entonces y ahora, como de “final de época”. Un fenómeno que es producto en gran parte pero no exclusivamente de los cambios sociales y políticos pero que tiene, además, como entonces, un fuerte componente de intervención directa de las fuerzas económicas dominantes que, encharcadas en la crisis financiera y económica del sistema que defienden, cuando ven que se tambalea un panorama afín a sus intereses buscan el recambio para crear otro. Y lo hacen en un momento en que, a diferencia de 1982, gran parte de la información y propaganda es difundida masivamente por las redes sociales. En 1982 se buscó recambio a UCD y se abrió paso al nuevo PP, por un lado, y se marginó al PCE de cualquier acercamiento importante al poder económico real, potenciando al PSOE de Felipe González, recién purgado de cualquier veleidad de izquierdas con la supresión del término marxista como gesto de aceptación del sistema. Los dos polos del bipartidismo necesario a los intereses del capital, el duro y el progre, se consolidaron en un largo proceso. Ahora, ante las consecuencias sociales de la crisis para millones de personas que habían sido captadas o neutralizadas por el consumismo, que asisten a la espectacular explosión de una corrupción generalizada que afecta a los dos partidos del bipartidismo y a sus socios ambivalentes, tipo CiU, degradando el concepto de política, el régimen dominante busca los recambios en prevención del futuro. Y nace Podemos por el lado progre y Ciudadanos, catapultado desde Catalunya a toda España, por el “centro derecha”. Se trata fundamentalmente de evitar cualquier amago revolucionario callejero y reconducir el bipartidismo a una realidad más compleja desarrollada con la situación generada en los últimos años: más de 5 millones de parados, afectando por encima del 50% a los más jóvenes, muchos de los cuales emigran, y expulsando del mercado de trabajo a los mayores de 45 años, trabajo cada vez más masivamente precario, a horas y, en muchos casos, sin salario, desahucios, recortes sociales, corrupción, más gasto militar y participación en guerras.

Las fuerzas dominantes, las que sin presentarse a las elecciones mandan desde las finanzas, las bolsas o los fondos de inversión, utilizan a fondo los medios de información y propaganda, todos en sus manos, para controlar y reconducir la nueva realidad. Si antes el PSOE se convirtió en la “casa común” de la izquierda, ahora es Podemos, inducido por las circunstancias y voluntariamente quien, en el más puro estilo felipista, no plantea la unidad de una izquierda plural, sino, simplemente, la absorción de ésta en la “casa común” de Podemos. Si entonces, Felipe González tranquilizó y se subordinó a las fuerzas conservadoras y social demócratas dominantes en Europa y a los EEUU de forma expresa, ahora Pablo Iglesias visita los EEUU, sus instituciones y se hace una interesante y cordial foto con el embajador del imperio, James Costos, en Madrid. Gestos parecidos en ambos casos para que no haya dudas sobre la aceptación del sistema y no su subversión. No extrañen pues el manejo de categoría políticas “ni de izquierdas ni de derechas”.

Y nosotros, ¿qué? Pues si en 1982 fue el “Juntos podemos”, de tan aciago resultado, ahora es una especie de subordinación caótica a la realidad política surgida hace un año sin tan siquiera tener un poco de paciencia y temple político y esperar a que se desarrolle una situación no consolidada, sin hacer caso a las previsiones apocalípticas de unos y a las deslealtades notorias de otros. Los y las que defendemos todavía una alternativa real a lo existente, unitaria, convergente y plural, pero no la liquidación de un proyecto más vigente que nunca, no nos podemos dejar engullir por el agujero negro que el capitalismo siempre impulsa y utiliza para reconstruir su erosionado dominio. Si Podemos y otros quieren unidad para derrotar al PP y acabar realmente, no de boquilla, con el bipartidismo, somos los campeones de la unidad: una coalición y un programa político claro, sencillo y concreto y el compromiso de defenderlo colectivamente en las instituciones y en la calle, sin que nadie tenga que disolverse. Esto es lo que debe hacerse sin sentirse acuciado por los tiempos electorales y teniendo perspectiva. El futuro decidirá los nuevos pasos a dar. Lo demás es subordinación a una concepción superficialmente instrumental de la política, que no debería inspirar ninguna confianza y que sólo sirve para nuestro enfrentamiento.

domingo, 21 de junio de 2015

La profecías

Las profecías


A mediados de la década de los setenta y tras el informe titulado Los límites del crecimiento (1972), que a propuesta del Club de Roma redactó Donella Meadows, la citada organización abrió un debate sobre las perspectivas de futuro tanto en el crecimiento económico como en el ejercicio de la política. Las conclusiones pueden sintetizarse en los tres ejes de cambio que, a juicio de los intervinientes, debían informar la acción política presidida por la racionalidad y la modernidad. Estos eran:

1. Nuevas visiones.
2. Creación de redes sociales y culturales.
3. La verdad en el discurso político.

La ecología política y sus distintas concreciones orgánicas y políticas ha sido la heredera de aquella primitiva propuesta que hoy en día, con el debate acerca del crecimiento cero y otras concepciones ligadas a nuevos enfoques energéticos y visiones sobre la calidad de vida, está presente en cualquier propuesta que se precie mínimamente de intentar superar el capitalismo.

La creación de redes ha tenido su verificación en los nuevos mecanismos de relación e interconexión entre sujetos y colectivos con vocación de alternativa al sistema. La red y las enormes posibilidades de crear espacios para construir situaciones de identificación y conjunción de voluntades organizadas, es una prueba más de lo que el Club de Roma postulaba.

Sin embargo la cuestión de la verdad en el discurso político es algo que hoy en día está muy lejos de ser abordada en esta sociedad de sobreinformación y anecdotario frivolizado. No se trata sólo de que el discurso político contenga datos, informaciones y reflexiones que estén totalmente informados por la veracidad de los hechos y la correcta adecuación de los mismos a la constatación empírica diaria, sino de algo más allá. Si cualquier discurso político se limita a reflexionar sobre hechos que son sobradamente conocidos, estamos ante un ejercicio de comunicación que pretende un nivel de concienciación en la audiencia. Y esto que es básico e insoslayable, dista todavía de lo que quiero decir al desarrollar la propuesta del Club de Roma.

Llamo discurso profético a aquél que desde los hechos incuestionables y comprobados en la cotidianeidad, produce en la audiencia la necesidad de que la propuesta derivada del análisis se asuma como razonable y deseable El discurso profético no es otra cosa que el desarrollo a nivel de masas de la Tesis 11 de Marx contra Feuerbach. El discurso profético produce -como Spinoza decía del profeta- su propio pueblo.

El discurso profético, hoy en día, no es otra cosa que evidencia de la necesidad de cambiar el orden inexistente por injusto y dañino para la especie humana y la del planeta. Es una enmienda a la totalidad que se presenta como proyecto de “fantasía concreta” y necesaria para galvanizar las energías de un pueblo en aras de su liberación, como diría Gramsci. El discurso profético es el propio de los momentos de crisis sistémica y aún de civilización. Implica cambios en la economía, en la saciedad, en la cultura, en los valores y hasta en lo personal.


jueves, 21 de mayo de 2015

Antes de ir votar

Antes de la Riada

No soy objetivo ni lo pretendí nunca. Mis artículos están en la sección de opinión. Cuando alguien, lo que ocurre con frecuencia, me dice que no soy neutral, que mis opiniones están escoradas a la izquierda, siempre pienso que estoy delante de un imbécil. También sé que si se lo digo le voy a dar el detonador que esperaba para contarme su vida y, sobre todo, lo que piensa de mí. 

Llevo aquí sesenta años recién cumplidos y conozco muy bien el esquema de funcionamiento de la mente facha basado en la amoralidad, en la total falta de empatía y en la creencia de que los privilegios que ostenta la clase dirigente y las desigualdades sociales no son producto de un sistema injusto, sino un designio divino que premia al pueblo elegido y le da, como en el Antiguo Testamento, poder para pisotear al de abajo, la chusma insolente que algún día creyó que los eslóganes de campaña o los artículos de esa Constitución, tan hermética e intocable como protocolaria, eran de obligado cumplimiento.

Esa mentalidad está fielmente ejemplarizada en el líder indiscutible de la nueva derecha, don José María Aznar, al que sacan de vez en cuando del cuarto de banderas para que ilumine las mentes de los seguidores de la España eterna. Después de escucharle este fin de semana en un mitin de campaña, un dirigente madrileño del PP afirmaba: “¡Es que te vas a comer con más ganas!”. Claro, escuchar a Aznar y recuperar la sensación de privilegio eterno del que disfruta la élite es todo uno. Lo malo es que se comen España, es tanto el amor que la tienen que se la zampan sin contemplaciones dejando el hueso pelado y listo para hacer un buen caldo, que es la parte que le toca al pueblo soberano.

Es inútil intentar razonar, exponer datos, revisar la hemeroteca, porque obviamos los designios de la Providencia. Para ellos, tener que dar explicaciones es un acto de condescendencia, rebajarse. 

En esa intervención de este fin de semana, el gran líder de la derecha española retaba a los presentes a que exhibieran una sola ocasión en la que la candidata a la Alcaldía de Madrid por su partido, Esperanza Aguirre, hubiera insultado a alguno de sus rivales. De poco sirve argumentar que “hijo de puta” es para muchos de nosotros un insulto, improperio que dedicó Esperanza, la dueña de Pecas, tanto a un compañero de partido en la lucha que llevaban para hacerse con el control de Caja Madrid, como al concejal que se presentó en su despacho en la sede de Génova para denunciar la existencia de la trama Gürtel, trama que sin recato alguno afirma haber descubierto ella. 

Yo estoy de acuerdo en que debe ser así, la descubriría antes que nadie, porque delante de sus narices se firmaron decenas de contratos por la vía del chanchullo y todos pillaban su cacho, menos ella. O no se enteraba, o la tomaban por tonta, con lo que se ahorraban su parte del botín, pero en ambos caso el diagnóstico es el mismo. Yo creo que sí se enteraba, de ahí pilló el resabio de huir de la policía cuando te echa el alto, no creo que llevara un alijo en el maletero.

El problema es que cuando comentó el latrocinio colectivo que llevaban adelante sus compañeros, la trama ya estaba en boca de todo el mundo, también en los papeles que instruía el juez Garzón, caso que le costó una inhabilitación que no es más que un aviso de navegantes por si a algún otro juez se le ocurre meter las narices donde no le llaman. Pero, sin duda, más que estos cariñosos apelativos dedicados a sus colegas, el insulto más reiterado, y que sólo puede ser producto de una amoralidad patológica, es el que dedica a la inteligencia de los ciudadanos en la mayoría de sus intervenciones públicas. En esa onda, con la que tiene en casa, no se le ocurre otra cosa que cuestionar a su rival Carmena por las actividades empresariales de su marido. Ya sabemos que cuando este tipo de argumentos se hacen contra ellos se califican de machismo porque, como en el célebre caso de Ana Mato, ninguna mujer debe ser responsable de las fechorías que cometa su marido, aunque estén en régimen de gananciales y lo que “sirle el baranda se lo pula la colega”. 

Claro que, desde la óptica de la derecha tiene su sentido porque al marido, el cabeza de familia, no se le debe preguntar de dónde saca el parné, no sea que se moleste, dé un portazo, y se tire varios días sin aparecer por casa.

Todos los días vienen vírgenes al mundo, del mismo modo que van al matrimonio. Por las noches se les aparece el ángel de la guarda en sueños y les hace un delete cerebral de fechorías y malas prácticas, evitándoles así la pesada carga de la acumulación de daño infligido. Esa absolución endocrina les permite exhibirse en sus mítines como el paradigma de la honradez, salvo por alguna cosilla sin importancia, o como regeneradores, último bastión y salvaguarda de la democracia, mientras promulgan leyes represivas que aniquilan la esencia del Sistema.

Los artífices del milagro económico español que nos ha traído hasta aquí siguen intactos, incólumes, saludables, inmaculados y listos para salvar de nuevo a España de posibles aventuras extravagantes que conducirían nuestra patria por los procelosos mares del totalitarismo bolchevique. Ya dijo la condesa antisistema que si ganaban los de Podemos, estas serían las últimas elecciones que tendríamos en libertad. Para ellos la libertad consiste en la anulación del Estado, en la abolición de los controles administrativos, en la aniquilación del intervencionismo regulador de las operaciones especulativas. Para ellos la libertad es el derecho incuestionable de la élite a entrar a saco en el patrimonio público para convertirlo en activos de las empresas que, gustosamente, se prestan a mejorar la economía, a colaborar con la Administración para poner a su nombre lo que antes era de todos.

Para ellos la libertad es el derecho a seguir bailando zapateaos sobre las fosas comunes.

Un grupo de corresponsales extranjeros manifestaba el otro día su sorpresa por que en España no hubieran surgido, como en otros países de la UE, partidos xenófobos, de extrema derecha. Aquí es difícil que cuajen esas formaciones porque no tienen espacio. Ese espectro está perfectamente cubierto por los que ya nos gobiernan, lo saben ellos y los que les votan. En la España de las montañas nevadas, nunca dejó de amanecer. De ahí el fracaso de Vox.

Una puntualización casi innecesaria: creo que se usa el término xenofobia, odio al extranjero, interesadamente, para no interferir con las conductas a las que obliga la religión que dicen practicar, porque no tienen nada contra los extranjeros rubios, de buen ver y con cuentas corrientes saneadas. Es contra los pobres contra los que va la cosa. Tenemos que hablar de “aporofobia”. Es a los pobres a los que no dejan atravesar las fronteras. Son los pobres los que remueven su sistema nervioso involuntario provocándoles la náusea.

Bien, ya he dicho que muy neutral, muy neutral, no soy. Yo tengo otros reflejos condicionados y, a mí, la náusea me la provocan ellos, qué le vamos a hacer si yo nací en el Mediterráneo. Bueno, en la Meseta, pero me eduqué en la fobia a la injusticia y a la crueldad con el indefenso. En la rabia contra los señoritos que se ríen “del tonto del pueblo”, del servicio, del empleado. También con la edad ha ido creciendo mi desprecio a los que les amparan, les cobijan y encubren desde los medios de comunicación, y los que se engañan con argumentos estúpidos para encumbrarles con su voto. A ellos les debemos seguir pagando, a costa de nuestra salud y nuestra educación, sus devaneos delincuentes. 

Haremos cola para meter nuestra papeleta en la urna que, gracias a sus incondicionales, a sus votantes, es como decir nuestra moneda en su hucha.

Bienvenidos a la Fiesta de la Democracia, que no es una fiesta, es un fiestón, es una orgía.

martes, 24 de febrero de 2015

Las resoluciones de la ONU ¿Sirven para algo?

Derechos Humanos, una causa revolucionaria
Defender los DDHH y exigir su cumplimiento es situar a los gobiernos de turno en la ilegalidad manifiesta

El sexagésimo sexto aniversario el día 10 de Diciembre de la Solemne Declaración de DDHH de la ONU nos trae la evidencia de unas cuestiones que pueden sintetizarse en una serie de breves reflexiones de máxima actualidad.

La Declaración de DDHH constituye la base y el fundamento del texto constitucional de 1978 tal y como lo recoge en su artículo 10. En consecuencia, toda situación de flagrante contradicción entre los DDHH y la política económica y social del Gobierno debe ser objetivo de denuncia bajo la acusación de ilegalidad. Y ello ante la Asamblea General de la ONU en aplicación del Protocolo Vinculante firmado por el Reino de España en 1977.

Precisamente en ese año, el Reino de España se vinculó a los Tratados que, aprobados en 1966, desarrollaban los contenidos del Preámbulo y 30 artículos de la Declaración. En dichos tratados denominados de Derechos Civiles y Políticos y Económico-Sociales, el Gobierno de Adolfo Suárez reconoció en nombre de España el Derecho de Libredeterminación formulado de esta manera: “Los Estados parte en el presente Pacto, incluso (el subrayado es mío) los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán…”. Según la vigente constitución en su artículo 96, los Tratados Internacionales firmados por el Reino de España constituyen materia de obligado cumplimiento. Eso que parece tan válido para el Tratado de Mastricht lo es también para el de los referidos acuerdos.

Suele citarse la Solemne Declaración como referencia para condenar dictaduras, regímenes autoritarios o situaciones en franca contradicción con su articulado. Ante nosotros se desarrollan violentas agresiones a inmigrantes o casos de torturas inicuas y criminales como las de la CIA en Guantánamo. Claro está que en este último caso todo es perdonable a “la mayor democracia existente” ¡Qué sarcasmo!

Con notoria y torticera intención los DDHH suelen ser referidos a los casos anteriormente reseñados. Sin embargo, no se suelen tener en cuenta las contradicciones e injusticias cometidas en las políticas gubernamentales en cuanto a los Derechos Sociales. A partir del artículo 22, la Declaración de DDHH contempla como obligatorios para los poderes públicos el derecho al trabajo, a las vacaciones periódicas pagadas, al salario suficiente, a la igualdad salarial entre el hombre y la mujer, al derecho a la vivienda, a la salud, etc. En este ámbito los apologistas de los DDHH para cuando conviene, se olvidan de esta parte de la Declaración.

El artículo 28, del que todavía se habla menos, da pie a reconocer e implantar el principio de Jurisdicción Universal que tan incómodo es para los gobiernos que, como el nuestro, tanto miedo tienen a juzgar los crímenes de las dictaduras afines.

Tras este brevísimo repaso al articulado del texto de DDHH quiero terminar con algunos comentarios de plena actualidad, a mi juicio.

El texto comentado debería ser el santo y seña común de todas las fuerzas políticas y organizaciones de toda índole que luchan contra el actual estado de cosas. Conseguir en el terreno de la práctica cotidiana lo que la Declaración plantea como objetivo es sin duda y hoy por hoy, revolucionario.
Defender los DDHH y exigir su cumplimiento es situar a los gobiernos de turno en la ilegalidad manifiesta. El Poder suele usar el argumento de que defiende el Derecho, la Ley y la Justicia. En este caso es él quien está fuera de la Ley. La llamada Ley Mordaza es el caso más claro de cómo el capitalismo acude sin ambages a los métodos dictatoriales para defender sus rapiñas. 

En el tercer Considerando del Preámbulo de la Declaración podemos leer: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión…” Creo que llegaríamos más lejos si supiésemos trasladar -con lenguaje mesurado y didáctico- a la mayoría de la población las extraordinarias ventajas que, cara a la lucha, nos dan el estar al lado de la Ley frente a quienes la incumplen, en este caso el Gobierno y sus apoyos de todo tipo. El día en que los antisistema abandonemos el lenguaje tremendista y autocomplaciente del ego para asumir el valor incalculable del uso alternativo del Derecho y los textos legales, la revolución estará más cerca.

La hipocresía de la derecha europea

Se condena a Grecia por negarse a votar a sus verdugos.

Europa no es proyecto común, es una apuesta política por la creación de un orden nuevo, llámese como se llame, en donde no tienen cabida los derechos elementales que forjaron los cimientos donde se sustenta el mundo en que vivimos. Es evidente que en ese plan neoliberal, desarrollado ahora que el Partido Popular Europeo domina en la mayoría de los países integrantes de la Unión, donde se impone la voluntad de Alemania sin restricciones, no se cuenta con los ciudadanos. No se está construyendo un proyecto para los europeos, sino a la medida de las ansias expansionistas, una vez más, de una potencia hegemónica que no parpadea a la hora de someter a otros pueblos a condiciones que rozan la esclavitud.

Del recientemente elegido Gobierno griego se dirán muchas cosas, pero en ningún caso se le podrá hacer responsable del desastre al que se enfrenta y que es consecuencia, exclusivamente, del seguimiento ciego de las políticas impuestas por sus socios del norte.

Grecia entró en la Unión Europea sólo por su interés estratégico. Para que encajara en el molde y cumplir las condiciones que le exigían, Kostas Karamanlis, el entonces primer ministro y líder de Nueva Democracia, aliada natural de la CDU alemana presidida por Ángela Merkel, contó con la asesoría de Mario Draghi, que entonces era vicepresidente de Golman Sachs Internacional, para falsear las cuentas de su país y ocultar el déficit real, maniobra que condujo a una crisis financiera de la que no han levantado cabeza. Una vez que se descubrió ese fraude que ha tenido unas consecuencias devastadoras, su muñidor fue aupado a la presidencia del Banco Central Europeo por los que ahora se muestran intransigentes en negociar una forma digna, humana, democrática, con la que el Gobierno griego pueda cumplir con “los compromisos de sus antecesores”, así como con los contraídos con su electorado.

Ese Banco Central Europeo del que Merkel dijo recientemente que es independiente, pero “que debe evitar todas las señales que puedan debilitar la voluntad de hacer reformas”. ¿Voluntad de hacer reformas? Esa es su voluntad, no la nuestra. Algún día dirán que elegimos esas reformas voluntariamente. Lo que está ordenando la señora Merkel es que el Banco Central Europeo no se salte sus indicaciones, que no son sugerencias, son órdenes. Esa, y no otra, es la independencia del BCE. Reformas, por cierto, rechazadas por los expertos en economía porque, lejos de paliar las consecuencias de la crisis que sufren los ciudadanos, las acentúan. Reformas por las que se disculpan periódicamente sus impulsores cuando ven los resultados, pero de las que no están dispuestos a apearse en su voracidad insaciable. Vivimos la paradoja de que los responsables del desastre piden compensaciones y responsabilidad a las víctimas.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaüble, pone los puntos sobre las íes en definir lo que será ese nuevo orden mundial al proclamar sin reparo: "Lo siento por los griegos, han elegido un Gobierno irresponsable". No es difícil leer el subtexto: “Y van a pagar por ello”. Así de sencillo. Responsables, debemos suponer, eran los gobiernos que han sumido a Grecia en una crisis sin precedentes condenando a su pueblo a la miseria. No escuchamos su voz quejándose de la estafa del maquillaje de las cuentas griegas que llevaron a cabo sus socios de Nueva Democracia en el Partido Popular Europeo, no le parecía irresponsable, por lo visto, ese sistema de corrupción en el que sus queridos colegas responsables estaban sumidos.

Irresponsables son aquellos que levantan la voz contra los que hunden a su pueblo en la miseria. Irresponsables son los que no aceptan imposiciones con una prepotencia colonial que exige el cumplimiento de unas obligaciones contraídas a espaldas de la voluntad popular. Irresponsables son los que se quejan de que el dinero de las ayudas vaya a tapar las estafas de los bancos mientras la deuda cae sobre las espaldas de los trabajadores. Irresponsables son los que se resisten a renunciar a la educación, la sanidad y a las pensiones que se han ganado al construir con su trabajo y sus impuestos un sistema que dinamitan los especuladores al servicio de la “economía liberal”. Irresponsables son los que ponen el grito en el cielo cuando las familias más pobres son desahuciadas con violencia para entregar sus viviendas a los “fondos buitre” que los ponen en el mercado a precio libre y se forran a costa del sufrimiento de nuestros vecinos. Irresponsables son los que han creído en que la democracia era posible y pretenden elegir libremente quién quiere que les represente. Irresponsables son los que no admiten el chantaje del capital ni las amenazas de las instituciones europeas que creían a su servicio. Irresponsables son los que miran perplejos cómo ministros de otro país les exigen unas condiciones inaceptables ante la pasividad de los que tienen que hacer cumplir las normas elementales de este juego democrático. Irresponsables son los que sienten náuseas al ver cómo los próceres de su patria, envueltos en la enseña nacional, la venden al mejor postor. Irresponsables son los que sienten la humillación de ver la benevolencia con la que juzga la Historia a los que han puesto el patrimonio de un país en manos de las multinacionales para que hagan negocio con la vida de los ciudadanos. Irresponsables son los que sufren día tras día un sistema de corrupción que se perpetúa en las instituciones por encima de la ley. Irresponsables son los que asisten estupefactos al espectáculo de impunidad en el que actúan los grandes delincuentes financieros. Irresponsables son los ciudadanos que conservan la decencia de indignarse ante los que permanecen en sus sillones una vez descubierta su trama de latrocinio, encubierta, amparada y patrocinada por su Gobierno, que es recibido con los brazos abiertos en la Unión Europea por su compromiso, responsable, en la sumisión a las reformas estructurales profundas que generan pobreza, paro y dolor a su pueblo. Irresponsables son los que claman contra un sistema político cuya única misión es atenuar la respuesta ciudadana con leyes de sometimiento y represión. Irresponsables son los que aspiran a que la otra parte, la que se encarga de administrar la Justicia, cumpla de una puñetera vez con su compromiso, ya que de compromisos hablamos, en lugar de someterse a los intereses de esos políticos corruptos. Irresponsable es el que pide a los que alzan la voz exigiendo el cumplimiento de los “compromisos” que hagan balance de dónde cogieron nuestro mundo y adónde lo han llevado con su intransigencia, sus maniobras especulativas y su voracidad usurera. Irresponsables son, en fin, los que creyeron en las palabras, las promesas y los compromisos de los responsables.

Mientras escribo este texto, los políticos “responsables” siguen negociando en secreto, de espaldas a los ciudadanos, el TTIP, el tratado de libre comercio entre Europa y EEUU que perseguirá a los países que se opongan a los “legítimos intereses de las empresas”, convirtiendo lo que llamamos elecciones democráticas en un acto testimonial, simbólico, como el Día de la Mujer Trabajadora o el de la Constitución.

Estos neoliberales, a los que antiguamente se definía con términos más precisos, se hicieron con las riendas de Europa prometiendo poner su habilidad gestora al servicio de un proyecto colectivo. Mintieron. Se han quedado con todo. No han dejado títere con cabeza. Han generado pobreza, hambre y desempleo como no se conocía desde hacía generaciones. Ahora quieren abolir con sus leyes la poca libertad que nos queda. El mercado de la política es el único que no es libre, ya no se puede elegir sin caer en la irresponsabilidad, porque la única opción responsable es la que vela por los intereses del amo. A eso hemos vuelto, ya sólo nos queda escoger la puerta de salida o la de la celda.

Señalemos a los ladrones, a los racistas, a los xenófobos, a los que creen en un orden superior, a los que quieren esclavos al servicio del Capital. No son las águilas en busca del botín, son los buitres que persiguen la carroña de lo que han destruido los que hoy vuelan sobre nuestras cabezas. La historia se repite, esta vez sin tanques, más rentable, más acorde a la era de la productividad.

Demagogia y populismo, ése es el espacio de los miserables, de los que viven por encima de sus posibilidades, de los irresponsables, de los parias de la tierra. Es nuestro espacio. Defendámoslo.

Nos quedan las ideas, nos queda la palabra.