En estas semanas y al calor del denominado “debate territorial”, se ha querido utilizar la autonomía andaluza como aval de la Constitución de 1978. Se obvia que fue precisamente la lucha del pueblo andaluz por la autonomía plena la primera forma de lucha masiva y democrática contra los límites de aquella, que consagraba una situación inicial en la que sólo aquellas comunidades que obtuvieron Estatuto de Autonomía en la Segunda República tenían derecho a la vía rápida a la descentralización política. Y que fue esa lucha la que obligó a forzar la interpretación del texto constitucional al ceder al acceso de Andalucía a su autonomía contra las propias previsiones legales, no sólo las implícitas sino las explícitas.
¿Qué ha pasado casi cuarenta años después? El instinto de clase que posicionó a la derecha contra la autonomía andaluza a finales de los 70 y primeros 80 del siglo pasado permite hoy a JuanMa Moreno disputarle a Susana Díaz el derecho a envolverse en la bandera blanquiverde. No es extraño, pues el papel jugado por el PSOE en la amortización del potencial desestabilizador de la autonomía andaluza ha sido impagable. En su obra sobre la historia y las instituciones del capitalismo andaluz, Carlos Arenas describe como la tarea más urgente para los socialistas en el poder tras 1982 fue desactivar la agitación política que se vivía en Andalucía desde los años 70, clave para consolidar el régimen de la transición.
No es la primera vez que ocurre en la historia. En la caída del Antiguo Régimen, en la primera y segunda repúblicas y ahora en la “transición”, la burguesía andaluza ha ido ganando las batallas, unas veces con la sangre, otras con el clientelismo, para preservar su particular modelo de dominación en alianza con otras fracciones burguesas españolas y, ahora, europeas. La importancia política de mantener muda a Andalucía para la estabilidad del poder de clase es enorme. Hay que recuperar la “murga de los currelantes” para evitar que Andalucía se convierta en un significante vacío. La unidad popular pasa por recuperar el impulso protagonista del pueblo andaluz.