viernes, 7 de diciembre de 2012

Dos ministro inutiles

Por una vez, al desmañado y titubeante Rajoy le toca ser enérgico y negarse a aceptar ni un solo recorte más. Los hechos están demostrando que la política restrictiva que se nos ha impuesto no está dando resultados. Donde antes crecían brotes verdes fruto de aquél delirio por el que tanto se le censuró a Zapatero, ahora crecen ortigas traidoras que inoculan su molesto y urticante veneno a unos pobre contribuyentes que no hacen más que recibir un palo tras otro.

Aunque la reticencia del presidente Rajoy a pedir el rescate económico a Europa no responda a una estrategia meditada y sea mas bien la consecuencia de su proclividad a que las cosas se arreglen por si solas, puede que don Mariano Rajoy acierte esta vez con su decisión de no mover ficha. Pero su acierto sería más completo si además hiciera algo tan simple como unificar los ministerios de Hacienda y Economía habida cuenta de lo inútil que es mantener dos carteras con sendos ministros completamente quemados, sin capacidad para comunicarse entre ellos y lanzando a diestro y siniestro continuos mensajes opuestos y contradictorios.

Gabinete de expertos anticrisis

Esta medida de remodelación no debería contemplarse como un mecanismo de ahorro sino como un primer paso para un cambio de rumbo al que debería seguir una convocatoria urgente de todos los partidos parlamentarios para crear un 'comité excepcional de crisis' que a su vez encomendara a un ‘gabinete de expertos’ la gestión de la economía del país.

No sería necesario que el PP dejara de gobernar. Mas bien al contrario, le corresponde a Rajoy seguir como responsable de la nave que ahora zozobra después de haber obtenido el cargo de capitán con tanto esfuerzo (a la tercera va la vencida) y con promesas sin fundamento de las que aun no ha cumplido ninguna, al menos ninguna trascendente.

Cese inmediato de Montoro y De Guindos

No es un gobierno de tecnócratas lo que aquí se propone, ni tampoco un cambio de gobierno, sino solo el cese de los señores Montoro y De Guindos por su manifiesta ineptitud para gestionar una empresa en déficit llamada España, y al mismo tiempo, su sustitución por un comité de expertos en economía que no rindan pleitesía a los intereses de ningún partido ni grupo de presión y que aporten un curriculum demostrable que les avale.

Cambiar recortes por crecimiento

La política restrictiva para atajar la crisis está siendo ineficaz. No hay mas que evaluar lo ocurrido en Grecia y Portugal después de que allí se haya aplicado. Tanto es así que, por lógica, se impone aplicar una política de crecimiento siendo que las tijeras no tienen ya donde recortar.

Por la cuenta que les trae a las economías europeas del norte y siendo que el volumen de producto interior de nuestro país es muy superior al de Portugal o de Grecia, ni a Alemania ni a nadie en toda Europa le conviene que España se hunda. Tanto es así que, por pura lógica, deberán acceder a nuestra exigencia de no querer (por no poder) soportar su directrices restrictivas.

Estamos al borde del un caos social

Nos encontramos al borde de un caos social. Los ciudadanos han soportado hasta el límite de sus posibilidades las consecuencias de la crisis en forma de severos castigos plasmados en impuestos y recortes, tanto salariales como de bienestar.

Y mientras tanto, se ha producido la indignante y absurda paradoja de que la venta de artículos de lujo ha subido como la espuma y la gran banca no ha dejado de declarar beneficios tras la debacle de 2008.

Sin duda, algo se debe estar haciendo mal, y el gobierno tendría que dejar de sanear las entidades financieras y desviar esa ayuda (a expensas de un dinero que solo es de los ciudadanos) a las empresas unipersonales, a las pequeñas empresas, a los asalariados que sufren recortes salvajes que hundirán el poder adquisitivo y el consumo y que están provocando el cierre en cadena de las pequeñas empresas y los pequeños comercios que aun subsisten.

Recortes ‘versus’ crecimiento

El dilema de la clase política se dirime entre la opción de los recortes o la del crecimiento. Las pequeñas empresas se están yendo al garete al no poder obtener créditos de unos bancos a los que el Estado mima con más miedo que devoción. Tampoco obtienen crédito de los proveedores porque están en su misma situación en una cadena de despropósitos que tiene como eslabón final los despidos laborales, el deterioro del estado de bienestar y el progresivo empobrecimiento de la población.

Los ministerios responsables de la economía se muestran tan incapaces de aportar soluciones, que se hace necesaria un consenso plasmado en una 'comisión excepcional de crisis' y un ‘gabinete de expertos’ que tome las riendas de la gestión económica del país antes de que nos sea impuesta.

De momento, habría que olvidarse de las urnas

Es momento de que los políticos piensen en el bienestar de la población antes que en el suyo propio y antes que en las urnas.

Estamos necesitados de verdaderos expertos (llámense tecnócratas o como cualquiera los quiera denominar) capaces de adoptar medidas y aportar soluciones tal cual se hace cuando una empresa llega a una situación de grave déficit como la que atravesamos.

El pesimismo se ha instalando en el subconsciente de los sufridos contribuyentes y la falta de ilusión que genera el desempleo y la pobreza es ya un hecho más que una amenaza. La resignación de los ciudadanos está al borde de un limite que muchos querrán aprovechar para soliviantar a las masas desde distintos sectores ideológicos con imprevisibles consecuencias. Y aun estamos a tiempo de impedirlo.

Como no hace mucho escribía: “Si somos millones y ellos apenas miles, si somos más decentes y aun nos ampara la fuerza de la razón, ¿Porque tenerles miedo y permitir que nos sigan controlando”

Por una vez, al desmañado y titubeante Rajoy le toca ser enérgico y negarse a aceptar ni un solo recorte más. Los hechos están demostrando que la política restrictiva que se nos ha impuesto no está dando resultados. Donde antes crecían brotes verdes fruto de aquél delirio por el que tanto se le censuró a Zapatero, ahora crecen ortigas traidoras que inoculan su molesto y urticante veneno a unos pobre contribuyentes que no hacen más que recibir un palo tras otro.

Aunque la reticencia del presidente Rajoy a pedir el rescate económico a Europa no responda a una estrategia meditada y sea mas bien la consecuencia de su proclividad a que las cosas se arreglen por si solas, puede que don Mariano Rajoy acierte esta vez con su decisión de no mover ficha. Pero su acierto sería más completo si además hiciera algo tan simple como unificar los ministerios de Hacienda y Economía habida cuenta de lo inútil que es mantener dos carteras con sendos ministros completamente quemados, sin capacidad para comunicarse entre ellos y lanzando a diestro y siniestro continuos mensajes opuestos y contradictorios.

Gabinete de expertos anticrisis

Esta medida de remodelación no debería contemplarse como un mecanismo de ahorro sino como un primer paso para un cambio de rumbo al que debería seguir una convocatoria urgente de todos los partidos parlamentarios para crear un 'comité excepcional de crisis' que a su vez encomendara a un ‘gabinete de expertos’ la gestión de la economía del país.

No sería necesario que el PP dejara de gobernar. Mas bien al contrario, le corresponde a Rajoy seguir como responsable de la nave que ahora zozobra después de haber obtenido el cargo de capitán con tanto esfuerzo (a la tercera va la vencida) y con promesas sin fundamento de las que aun no ha cumplido ninguna, al menos ninguna trascendente.

Cese inmediato de Montoro y De Guindos

No es un gobierno de tecnócratas lo que aquí se propone, ni tampoco un cambio de gobierno, sino solo el cese de los señores Montoro y De Guindos por su manifiesta ineptitud para gestionar una empresa en déficit llamada España, y al mismo tiempo, su sustitución por un comité de expertos en economía que no rindan pleitesía a los intereses de ningún partido ni grupo de presión y que aporten un curriculum demostrable que les avale.

Cambiar recortes por crecimiento

La política restrictiva para atajar la crisis está siendo ineficaz. No hay mas que evaluar lo ocurrido en Grecia y Portugal después de que allí se haya aplicado. Tanto es así que, por lógica, se impone aplicar una política de crecimiento siendo que las tijeras no tienen ya donde recortar.

Por la cuenta que les trae a las economías europeas del norte y siendo que el volumen de producto interior de nuestro país es muy superior al de Portugal o de Grecia, ni a Alemania ni a nadie en toda Europa le conviene que España se hunda. Tanto es así que, por pura lógica, deberán acceder a nuestra exigencia de no querer (por no poder) soportar su directrices restrictivas.

Estamos al borde del un caos social

Nos encontramos al borde de un caos social. Los ciudadanos han soportado hasta el límite de sus posibilidades las consecuencias de la crisis en forma de severos castigos plasmados en impuestos y recortes, tanto salariales como de bienestar.

Y mientras tanto, se ha producido la indignante y absurda paradoja de que la venta de artículos de lujo ha subido como la espuma y la gran banca no ha dejado de declarar beneficios tras la debacle de 2008.

Sin duda, algo se debe estar haciendo mal, y el gobierno tendría que dejar de sanear las entidades financieras y desviar esa ayuda (a expensas de un dinero que solo es de los ciudadanos) a las empresas unipersonales, a las pequeñas empresas, a los asalariados que sufren recortes salvajes que hundirán el poder adquisitivo y el consumo y que están provocando el cierre en cadena de las pequeñas empresas y los pequeños comercios que aun subsisten.

Recortes ‘versus’ crecimiento

El dilema de la clase política se dirime entre la opción de los recortes o la del crecimiento. Las pequeñas empresas se están yendo al garete al no poder obtener créditos de unos bancos a los que el Estado mima con más miedo que devoción. Tampoco obtienen crédito de los proveedores porque están en su misma situación en una cadena de despropósitos que tiene como eslabón final los despidos laborales, el deterioro del estado de bienestar y el progresivo empobrecimiento de la población.

Los ministerios responsables de la economía se muestran tan incapaces de aportar soluciones, que se hace necesaria un consenso plasmado en una 'comisión excepcional de crisis' y un ‘gabinete de expertos’ que tome las riendas de la gestión económica del país antes de que nos sea impuesta.

De momento, habría que olvidarse de las urnas

Es momento de que los políticos piensen en el bienestar de la población antes que en el suyo propio y antes que en las urnas.

Estamos necesitados de verdaderos expertos (llámense tecnócratas o como cualquiera los quiera denominar) capaces de adoptar medidas y aportar soluciones tal cual se hace cuando una empresa llega a una situación de grave déficit como la que atravesamos.

El pesimismo se ha instalando en el subconsciente de los sufridos contribuyentes y la falta de ilusión que genera el desempleo y la pobreza es ya un hecho más que una amenaza. La resignación de los ciudadanos está al borde de un limite que muchos querrán aprovechar para soliviantar a las masas desde distintos sectores ideológicos con imprevisibles consecuencias. Y aun estamos a tiempo de impedirlo.

Como no hace mucho escribía: “Si somos millones y ellos apenas miles, si somos más decentes y aun nos ampara la fuerza de la razón, ¿Porque tenerles miedo y permitir que nos sigan controlando”

Por una vez, al desmañado y titubeante Rajoy le toca ser enérgico y negarse a aceptar ni un solo recorte más. Los hechos están demostrando que la política restrictiva que se nos ha impuesto no está dando resultados. Donde antes crecían brotes verdes fruto de aquél delirio por el que tanto se le censuró a Zapatero, ahora crecen ortigas traidoras que inoculan su molesto y urticante veneno a unos pobre contribuyentes que no hacen más que recibir un palo tras otro.

Aunque la reticencia del presidente Rajoy a pedir el rescate económico a Europa no responda a una estrategia meditada y sea mas bien la consecuencia de su proclividad a que las cosas se arreglen por si solas, puede que don Mariano Rajoy acierte esta vez con su decisión de no mover ficha. Pero su acierto sería más completo si además hiciera algo tan simple como unificar los ministerios de Hacienda y Economía habida cuenta de lo inútil que es mantener dos carteras con sendos ministros completamente quemados, sin capacidad para comunicarse entre ellos y lanzando a diestro y siniestro continuos mensajes opuestos y contradictorios.

Gabinete de expertos anticrisis

Esta medida de remodelación no debería contemplarse como un mecanismo de ahorro sino como un primer paso para un cambio de rumbo al que debería seguir una convocatoria urgente de todos los partidos parlamentarios para crear un 'comité excepcional de crisis' que a su vez encomendara a un ‘gabinete de expertos’ la gestión de la economía del país.

No sería necesario que el PP dejara de gobernar. Mas bien al contrario, le corresponde a Rajoy seguir como responsable de la nave que ahora zozobra después de haber obtenido el cargo de capitán con tanto esfuerzo (a la tercera va la vencida) y con promesas sin fundamento de las que aun no ha cumplido ninguna, al menos ninguna trascendente.

Cese inmediato de Montoro y De Guindos

No es un gobierno de tecnócratas lo que aquí se propone, ni tampoco un cambio de gobierno, sino solo el cese de los señores Montoro y De Guindos por su manifiesta ineptitud para gestionar una empresa en déficit llamada España, y al mismo tiempo, su sustitución por un comité de expertos en economía que no rindan pleitesía a los intereses de ningún partido ni grupo de presión y que aporten un curriculum demostrable que les avale.

Cambiar recortes por crecimiento

La política restrictiva para atajar la crisis está siendo ineficaz. No hay mas que evaluar lo ocurrido en Grecia y Portugal después de que allí se haya aplicado. Tanto es así que, por lógica, se impone aplicar una política de crecimiento siendo que las tijeras no tienen ya donde recortar.

Por la cuenta que les trae a las economías europeas del norte y siendo que el volumen de producto interior de nuestro país es muy superior al de Portugal o de Grecia, ni a Alemania ni a nadie en toda Europa le conviene que España se hunda. Tanto es así que, por pura lógica, deberán acceder a nuestra exigencia de no querer (por no poder) soportar su directrices restrictivas.

Estamos al borde del un caos social

Nos encontramos al borde de un caos social. Los ciudadanos han soportado hasta el límite de sus posibilidades las consecuencias de la crisis en forma de severos castigos plasmados en impuestos y recortes, tanto salariales como de bienestar.

Y mientras tanto, se ha producido la indignante y absurda paradoja de que la venta de artículos de lujo ha subido como la espuma y la gran banca no ha dejado de declarar beneficios tras la debacle de 2008.

Sin duda, algo se debe estar haciendo mal, y el gobierno tendría que dejar de sanear las entidades financieras y desviar esa ayuda (a expensas de un dinero que solo es de los ciudadanos) a las empresas unipersonales, a las pequeñas empresas, a los asalariados que sufren recortes salvajes que hundirán el poder adquisitivo y el consumo y que están provocando el cierre en cadena de las pequeñas empresas y los pequeños comercios que aun subsisten.

Recortes ‘versus’ crecimiento

El dilema de la clase política se dirime entre la opción de los recortes o la del crecimiento. Las pequeñas empresas se están yendo al garete al no poder obtener créditos de unos bancos a los que el Estado mima con más miedo que devoción. Tampoco obtienen crédito de los proveedores porque están en su misma situación en una cadena de despropósitos que tiene como eslabón final los despidos laborales, el deterioro del estado de bienestar y el progresivo empobrecimiento de la población.

Los ministerios responsables de la economía se muestran tan incapaces de aportar soluciones, que se hace necesaria un consenso plasmado en una 'comisión excepcional de crisis' y un ‘gabinete de expertos’ que tome las riendas de la gestión económica del país antes de que nos sea impuesta.

De momento, habría que olvidarse de las urnas

Es momento de que los políticos piensen en el bienestar de la población antes que en el suyo propio y antes que en las urnas.

Estamos necesitados de verdaderos expertos (llámense tecnócratas o como cualquiera los quiera denominar) capaces de adoptar medidas y aportar soluciones tal cual se hace cuando una empresa llega a una situación de grave déficit como la que atravesamos.

El pesimismo se ha instalando en el subconsciente de los sufridos contribuyentes y la falta de ilusión que genera el desempleo y la pobreza es ya un hecho más que una amenaza. La resignación de los ciudadanos está al borde de un limite que muchos querrán aprovechar para soliviantar a las masas desde distintos sectores ideológicos con imprevisibles consecuencias. Y aun estamos a tiempo de impedirlo.

Como no hace mucho escribía: “Si somos millones y ellos apenas miles, si somos más decentes y aun nos ampara la fuerza de la razón, ¿Porque tenerles miedo y permitir que nos sigan controlando”

Por una vez, al desmañado y titubeante Rajoy le toca ser enérgico y negarse a aceptar ni un solo recorte más. Los hechos están demostrando que la política restrictiva que se nos ha impuesto no está dando resultados. Donde antes crecían brotes verdes fruto de aquél delirio por el que tanto se le censuró a Zapatero, ahora crecen ortigas traidoras que inoculan su molesto y urticante veneno a unos pobre contribuyentes que no hacen más que recibir un palo tras otro.

Aunque la reticencia del presidente Rajoy a pedir el rescate económico a Europa no responda a una estrategia meditada y sea mas bien la consecuencia de su proclividad a que las cosas se arreglen por si solas, puede que don Mariano Rajoy acierte esta vez con su decisión de no mover ficha. Pero su acierto sería más completo si además hiciera algo tan simple como unificar los ministerios de Hacienda y Economía habida cuenta de lo inútil que es mantener dos carteras con sendos ministros completamente quemados, sin capacidad para comunicarse entre ellos y lanzando a diestro y siniestro continuos mensajes opuestos y contradictorios.

Gabinete de expertos anticrisis

Esta medida de remodelación no debería contemplarse como un mecanismo de ahorro sino como un primer paso para un cambio de rumbo al que debería seguir una convocatoria urgente de todos los partidos parlamentarios para crear un 'comité excepcional de crisis' que a su vez encomendara a un ‘gabinete de expertos’ la gestión de la economía del país.

No sería necesario que el PP dejara de gobernar. Mas bien al contrario, le corresponde a Rajoy seguir como responsable de la nave que ahora zozobra después de haber obtenido el cargo de capitán con tanto esfuerzo (a la tercera va la vencida) y con promesas sin fundamento de las que aun no ha cumplido ninguna, al menos ninguna trascendente.

Cese inmediato de Montoro y De Guindos

No es un gobierno de tecnócratas lo que aquí se propone, ni tampoco un cambio de gobierno, sino solo el cese de los señores Montoro y De Guindos por su manifiesta ineptitud para gestionar una empresa en déficit llamada España, y al mismo tiempo, su sustitución por un comité de expertos en economía que no rindan pleitesía a los intereses de ningún partido ni grupo de presión y que aporten un curriculum demostrable que les avale.

Cambiar recortes por crecimiento

La política restrictiva para atajar la crisis está siendo ineficaz. No hay mas que evaluar lo ocurrido en Grecia y Portugal después de que allí se haya aplicado. Tanto es así que, por lógica, se impone aplicar una política de crecimiento siendo que las tijeras no tienen ya donde recortar.

Por la cuenta que les trae a las economías europeas del norte y siendo que el volumen de producto interior de nuestro país es muy superior al de Portugal o de Grecia, ni a Alemania ni a nadie en toda Europa le conviene que España se hunda. Tanto es así que, por pura lógica, deberán acceder a nuestra exigencia de no querer (por no poder) soportar su directrices restrictivas.

Estamos al borde del un caos social

Nos encontramos al borde de un caos social. Los ciudadanos han soportado hasta el límite de sus posibilidades las consecuencias de la crisis en forma de severos castigos plasmados en impuestos y recortes, tanto salariales como de bienestar.

Y mientras tanto, se ha producido la indignante y absurda paradoja de que la venta de artículos de lujo ha subido como la espuma y la gran banca no ha dejado de declarar beneficios tras la debacle de 2008.

Sin duda, algo se debe estar haciendo mal, y el gobierno tendría que dejar de sanear las entidades financieras y desviar esa ayuda (a expensas de un dinero que solo es de los ciudadanos) a las empresas unipersonales, a las pequeñas empresas, a los asalariados que sufren recortes salvajes que hundirán el poder adquisitivo y el consumo y que están provocando el cierre en cadena de las pequeñas empresas y los pequeños comercios que aun subsisten.

Recortes ‘versus’ crecimiento

El dilema de la clase política se dirime entre la opción de los recortes o la del crecimiento. Las pequeñas empresas se están yendo al garete al no poder obtener créditos de unos bancos a los que el Estado mima con más miedo que devoción. Tampoco obtienen crédito de los proveedores porque están en su misma situación en una cadena de despropósitos que tiene como eslabón final los despidos laborales, el deterioro del estado de bienestar y el progresivo empobrecimiento de la población.

Los ministerios responsables de la economía se muestran tan incapaces de aportar soluciones, que se hace necesaria un consenso plasmado en una 'comisión excepcional de crisis' y un ‘gabinete de expertos’ que tome las riendas de la gestión económica del país antes de que nos sea impuesta.

De momento, habría que olvidarse de las urnas

Es momento de que los políticos piensen en el bienestar de la población antes que en el suyo propio y antes que en las urnas.

Estamos necesitados de verdaderos expertos (llámense tecnócratas o como cualquiera los quiera denominar) capaces de adoptar medidas y aportar soluciones tal cual se hace cuando una empresa llega a una situación de grave déficit como la que atravesamos.

El pesimismo se ha instalando en el subconsciente de los sufridos contribuyentes y la falta de ilusión que genera el desempleo y la pobreza es ya un hecho más que una amenaza. La resignación de los ciudadanos está al borde de un limite que muchos querrán aprovechar para soliviantar a las masas desde distintos sectores ideológicos con imprevisibles consecuencias. Y aun estamos a tiempo de impedirlo.

Como no hace mucho escribía: “Si somos millones y ellos apenas miles, si somos más decentes y aun nos ampara la fuerza de la razón, ¿Porque tenerles miedo y permitir que nos sigan controlando”

No hay comentarios:

Publicar un comentario